Todo sucede a velocidad de vértigo. El piso aparece en el chat con su precio de venta, el alquiler estimado, y la rentabilidad prevista que puede obtener el inversor si decide comprarlo. A partir de ahí, cada minuto cuenta: los interesados envían un correo electrónico y dicen que lo quieren —generalmente para arrendarlo— basándose en la información que la empresa les transmite: metros cuadrados, habitaciones, zona de la ciudad donde se encuentra, año de construcción, si necesita algo de reforma, y las comisiones a abonar a los intermediarios. Luego, las empresas que los ofrecen hacen un sorteo o llaman a los candidatos según el orden de peticiones. Unas horas después, la operación está cerrada: inmueble adjudicado, se informa al resto.Seguir leyendo