La intrahistoria de cómo todo saltó por los aires: el PP valenciano conspiró para lanzar a la desesperada y sin consultar con Génova a Juanfran Pérez Llorca como sucesor del presidente de la Generalitat dimitido y a Vicente Mompó como candidato en 2027 ante el rumor de que Alberto Núñez Feijó iba a encumbrar a María José CataláVox urge al PP en su primera reunión en València a que se aclare y proponga un candidato para la Generalitat En estos tiempos de bulos y desinformación, un rumor y el miedo a perder el poder pueden haber cambiado el curso de la historia del PP de la Comunitat Valenciana. El jueves 30 de octubre, cuando aún retumbaban los abucheos de las víctimas en el funeral de Estado contra el ahora presidente de la Generalitat en funciones, Carlos Mazón, empezó a correr con fuerza por el Palau de la Generalitat y el partido la idea de que Alberto Núñez Feijóo había tomado la decisión de forzar la dimisión del jefe del Consell y que iba a imponer a la alcaldesa de València, María José Catalá, como su relevo. Ya hubiera elecciones o una presidencia interina, la decisión era inminente. El rumor cayó como una bomba sobre Carlos Mazón, que ya barruntaba tirar la toalla tras el acto de homenaje a las 237 víctimas de la dana en el Museo de las Ciencias y la prevista declaración de Maribel Vilaplana, pero también sobre sus colaboradores más cercanos. La llegada de María José Catalá, o las elecciones si Vox no aceptaba a su candidata —a la que la ultraderecha le ha aprobado los presupuestos en València justo esta semana pasada—, significaban la pérdida de control total del proceso sucesorio, un cambio en las estructuras de poder del partido y el fin de la carrera de algunos de los más estrechos colaboradores del presidente. El peligro de una imposición de Catalá hizo moverse a Mazón y a los suyos, y el viernes 31 de octubre, Juan Francisco Pérez Llorca, por orden de Mazón, reunió en Benidorm a los tres presidentes de las diputaciones de València, Castelló y Alicante: Vicente Mompó, Marta Barrachina y Toni Pérez. Todas las fuerzas vivas —ahora menos— del Partido Popular en la Comunitat Valenciana: el secretario general y los tres presidentes provinciales. A esta conspiración, que como suele suceder en estas operaciones se convocó sin luz ni taquígrafos y sin fotos, no acudió Carlos Mazón ni tampoco estuvo el coordinador general del PP, Elías Bendodo, como se encargó de difundir días después alguno de los asistentes al encuentro, cuando se dio cuenta de la “cagada” de la reunión. Del ya olvidado encuentro, todos los participantes lo enmarcan en la “normalidad absoluta”, no se informó a la dirección del PP nacional ni tampoco a pesos pesados del PP valenciano como la propia María José Catalá, el alcalde de Alicante, Luis Barcala, o el propio Esteban González Pons, miembro de la dirección nacional. El sábado 1 de noviembre, y tras salir a la luz voluntariamente, desde la dirección de la calle Génova explicaron que “no se daban por enterados”. Era ya tarde: todos los medios de comunicación de tirada autonómica y nacional publicaban que la opción para suceder a Carlos Mazón sería Juanfran Pérez Llorca como presidente interino hasta la convocatoria de elecciones, y Vicente Mompó como candidato para 2027. Diez días después, ninguno de los cuatro asistentes a la reunión ha dicho “esta boca es mía”. “Hay que echarlos a todos” La conspiración surtió efecto, o al menos disipó los fantasmas en la cabeza de Carlos Mazón, y Génova ni lanzó ni lanzará en breve a María José Catalá para sucederle. Pero rompió todos los puentes entre la dirección nacional y la autonómica, y provocó que todo saltara por los aires. El sábado y domingo 1 y 2 de noviembre la situación fue de una tensión sin precedentes. Fuentes conocedoras de las duras negociaciones entre el equipo de Mazón y Génova, que acabaron en varias llamadas de Alberto Núñez Feijóo a Carlos Mazón, aseguran que, sintiéndose traicionados, desde la dirección nacional clamaron: “¡Hay que echarlos a todos!”. Es decir, a Carlos Mazón, pero también a todo lo que huela o haya olido a mazonismo. Y esa decisión de “limpiar” el mazonismo, junto al interés de Mazón por tutelar su sucesión, fue lo que tensó tanto la cuerda que el PP nacional y el autonómico no llegaron a ningún acuerdo para la ya histórica comparecencia del 3 de noviembre. Solo se pactó la dimisión del presidente de la Generalitat, para demostrar la autoridad de Feijóo ante un Mazón exhausto tras un año de mentiras y presión mediática. Pero no se cerró el camino a seguir, que en estos momentos tiene contra las cuerdas tanto a los populares valencianos como al propio Feijóo, que ahora debe dar explicaciones por el pacto —o las elecciones— que Vox les obligue a cerrar en la Comunitat Valenciana. El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, con la alcaldesa de València, María José Català, en los Premios 20 Minutos. La ruptura entre Mazón y Feijóo fue tan grande que en la Comunitat Valenciana ha sucedido algo inédito: el PP valenciano es el primer partido en la historia de la democracia valenciana que quiere investir a un presidente o presidenta sin tener un candidato claro, y donde será un partido minoritario el que lo autorice. No se trata solo de negociar un programa, que sería lo normal, sino también de decidir quién lo ejecutará. El 3 de noviembre, en su rueda de prensa de abandono del cargo, Mazón aún tuvo tiempo para volver a desafiar a Génova —ya había cerrado el pacto con Vox en 2023 sin avisar a Madrid, con el correspondiente coste electoral para Feijóo—. El presidente aseguró, cuando aún no había dicho cuándo presentaría su renuncia, que el 4 de noviembre podría cogerse una baja laboral. Una situación que podría haber dejado a la Comunitat Valenciana, pero sobre todo al PP, sin un calendario claro hasta nueva orden. La dirección nacional y el propio Feijóo tuvieron que salir públicamente horas después a confirmar que Mazón había dimitido. Tras horas y llamadas de presión, esta vez sí, el jefe del Consell “no pudo más” y presentó su escrito de renuncia cerca de las tres de la tarde, casi seis horas después de anunciarlo. El 5 de noviembre, tras el fin de semana de los cuchillos largos y con el reloj de la sucesión en marcha, Alberto Núñez Feijóo llamó a Santiago Abascal para iniciar negociaciones con la intención de nombrar un sucesor o sucesora para Mazón y cerrar esta crisis institucional sin precedentes, en la que el presidente que renunció el lunes 3 de noviembre podría seguir en el cargo hasta mayo de 2026. Pero como las prisas las tiene el PP, la primera reunión de toma de contacto entre los dos partidos no se produjo hasta el viernes 7 de noviembre, 72 horas después de la llamada de Feijóo a Abascal. Una vez más, no hubo coordinación entre Génova y el PP valenciano, y volvió a quedar en evidencia la incomodidad de la situación para ambos bandos. Vox ha designado negociadores, pero por parte de los populares todavía no hay nombres oficiales. Dicen en Génova que la misión es para el PP valenciano, pero que se supervisará desde Madrid. Lo seguro es que, a día 10 de noviembre, siete días después de que Mazón renunciara, el PP no sabe quién será su candidato a sucederle, como reconoció este domingo Ignacio Garriga, uno de los negociadores designados por Vox. Y el reloj avanza imperturbable hasta el 19 de noviembre, fecha límite para presentar un nombre ante las Corts Valencianes. Mientras arrancaban las negociaciones, en el PP valenciano se ha instalado el desconcierto, el desánimo y, en muchos casos, el miedo a perder el puesto de trabajo. La mayoría de cargos consultados dan por “muertos” políticamente a todo el equipo de colaboradores de Carlos Mazón, sobre todo a su jefe de gabinete, José Manuel Cuenca; su asesor externo, Josep Lanuza; y sus tres secretarios autonómicos de más confianza: Cayetano García Ramírez, Santiago Lumbreras y Javier Sendra, diseñadores de la fallida estrategia de defensa post-Ventorro. Está por ver si la ola expansiva provocada por la conspiración de Benidorm se acaba llevando por delante a Juanfran Pérez Llorca y al propio Vicent Mompó, que quita importancia al encuentro que lo designaba como futuro del PP valenciano. Llamativo es que, una semana después, y si tan clara está la opción del alcalde de Finestrat para suceder a Mazón, todavía no se haya presentado su candidatura ante las Corts y siga abierta la herida de la dimisión, con Vox tirando sal. Por parte de Génova, esta semana de pasión ha servido para tener que dar explicaciones sobre las negociaciones con Vox y para apuntalar, más si cabe, que la mujer de Feijóo en València es María José Catalá. Este jueves, en Madrid, y con motivo de los premios del periódico 20 Minutos, Feijóo y Catalá hablaron durante media hora, a la vista de todos los asistentes y con semblantes serios. Fuentes presenciales explican que, tras hacerse una foto conjunta —Catalá recibió un premio en la gala del rotativo gratuito—, Feijóo cogió del brazo a la alcaldesa de València y le propuso mantener una conversación, que se produjo cara a cara en la sala contigua donde se celebraba el cóctel tras la entrega de galardones. Este lunes 10 empieza otra semana de infarto para el PP valenciano. Sin rumbo claro y a expensas de Vox, el presidente en funciones comparece ante las Corts Valencianes este martes 11 de noviembre. Ha sido a petición propia, así que alguna sorpresa tendrá preparada. Seguro que el interrogatorio volverá a servir para hablar de la gestión de la DANA, de El Ventorro y del fin de la carrera política de Mazón. Porque ahí seguimos los valencianos, atrapados en el 29 de octubre de 2024.