Springsteen lleva toda la vida corriendo hacia ninguna parte, y llegando siempre a todas partes, y a tiempo. No se jubila, el tío, porque él es el trabajo. La fábrica de su leyenda sigue encendida a medianoche, cualquier día, y suena a gasolina, a acero y a redención. Es el último héroe del rock que aún parece querer ganarse el primer pan del oficio, a la mañana siguiente. Es una noticia en sí mismo, y hacerle la glosa es como ponerse a escribir de Shakespeare, o de Picasso, pero de un Shakespeare o Picasso que usaran la guitarra eléctrica. Tiene esa mirada de jornalero que sabe lo que vale un litro de esperanza y lo que cuesta levantar una canción.... Ver Más