(ZENIT Noticias / Baltimore, 14.11.2025).- En su asamblea de otoño en Baltimore, los obispos católicos de Estados Unidos establecieron un límite decisivo para la extensa red nacional de hospitales y clínicas católicas, aprobando un conjunto de directrices que excluyen categóricamente las intervenciones médicas dirigidas a alterar las características sexuales de un paciente. La votación, realizada el 12 de noviembre, fue contundente: una abrumadora mayoría respaldó las Directrices Éticas y Religiosas revisadas, un documento que rige la práctica clínica de miles de profesionales sanitarios católicos en todo el país.La importancia de esta decisión trasciende su claridad procedimental. La atención sanitaria católica no es un nicho menor en el panorama estadounidense; es una presencia fundamental. Con más de dos mil instituciones bajo su control —desde grandes hospitales urbanos hasta centros de atención a largo plazo—, sus políticas influyen inevitablemente en las opciones médicas disponibles para millones de personas. Uno de cada siete pacientes en Estados Unidos recibe tratamiento en un hospital católico a diario. Por lo tanto, cualquier cambio en las normas tiene repercusiones que van mucho más allá del ámbito eclesial.Las directivas actualizadas reiteran una convicción católica de larga data: que la práctica médica debe trabajar con el orden inherente del cuerpo, en lugar de intentar modificarlo de maneras que la Iglesia considera incompatibles con la naturaleza humana. En esta nueva versión formalizada, se instruye a las instituciones católicas a no proporcionar procedimientos quirúrgicos, hormonales ni genéticos cuyo objetivo sea cambiar las características sexuales en lugar de tratar una patología subyacente. El documento sitúa estos límites dentro de la misión más amplia de la Iglesia de cuidar a las personas vulnerables, enfatizando que la compasión por quienes experimentan incongruencia de género debe expresarse a través de medios que, en opinión de los obispos, respeten la integridad del cuerpo humano.Durante el debate público previo a la votación, varios obispos subrayaron lo que consideran la importancia cultural y pastoral del momento. El obispo Robert Barron de Winona-Rochester habló con especial urgencia, presentando las revisiones como parte de una respuesta más amplia a las concepciones contemporáneas del cuerpo y la identidad. Recordó declaraciones anteriores del Papa Francisco, en las que animaba a los prelados a resistir lo que el pontífice ha descrito a menudo como ideología de género. Barron argumentó que la atención médica católica debe servir de contrapeso a las concepciones del yo que tratan el cuerpo como materia maleable sujeta a la elección personal, en lugar de como un aspecto fundamental de la identidad humana.La aprobación de la medida también marcó la conclusión de un proceso colaborativo con los líderes de la Asociación Católica de Salud (CHA, por sus siglas en inglés), una de las redes de profesionales de la salud más influyentes del país. La CHA acogió con beneplácito las directivas revisadas, señalando que muchas de sus recomendaciones se incorporaron a lo largo de la revisión. En su respuesta, la asociación recalcó que la nueva edición codifica prácticas que ya son estándar en la medicina católica, donde los tratamientos que alteran las características sexuales no se ofrecen a menos que se trate de una afección subyacente grave. Al mismo tiempo, la asociación afirmó que las personas que se identifican como transgénero seguirán recibiendo atención, respeto y apoyo en los centros católicos, especialmente cuando se enfrenten a la marginación o a barreras para acceder a servicios médicos de calidad.Sin embargo, la decisión no ha estado exenta de controversia. Organizaciones que trabajan con católicos LGBTQ+ expresaron su alarma, argumentando que las directivas no reflejan las realidades vividas por las personas transgénero y pueden exacerbar las vulnerabilidades existentes. El Ministerio Nuevos Caminos, con larga trayectoria en este campo, criticó el documento por considerarlo perjudicial en lugar de protector. Sus líderes sostienen que la doctrina ética católica, en su mejor expresión, busca promover el bienestar humano, y temen que restringir los tratamientos relacionados con el género pueda socavar esa misión para quienes dependen de las instituciones católicas para acceder a una atención médica.Esta última edición de las directrices también se basa en una nota doctrinal emitida en 2023 por el Comité de Doctrina de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB). Dicho documento anterior instaba a los profesionales de la salud a acompañar a los pacientes con sensibilidad, insistiendo en que cualquier respuesta clínica debe respetar lo que los obispos describen como el orden fundamental del cuerpo humano. Exigía la continuidad de la investigación y la labor pastoral, pero advertía contra las vías terapéuticas que la Iglesia considera incompatibles con su marco moral.El texto recién aprobado otorga ahora a esa nota doctrinal el peso de una política formal, transformando años de debate en expectativas concretas para las instituciones católicas de todo el país. Si bien la implementación variará entre las diócesis, los obispos indicaron que las directrices pronto estarán disponibles para las autoridades eclesiásticas locales con instrucciones para su adopción.Gracias por leer nuestros contenidos. Si deseas recibir el mail diario con las noticias de ZENIT puedes suscribirte gratuitamente a través de este enlace. The post Obispos estadounidenses prohíben operaciones “de cambio de género” en todos los hospitales católicos del país appeared first on ZENIT - Espanol.