Cruz y media luna en crisis: ¿Existe persecución contra los cristianos en Nigeria?

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Massimo Introvigne(ZENIT Noticias – Bitter Winter / Roma, 14.11.2025).- Cuando Donald Trump amenazó con una intervención militar para detener el asesinato de cristianos en Nigeria, el mundo entero se estremeció —algunos con horror, otros con esperanza—. ¿Fue esto una provocación geopolítica temeraria o una puesta en evidencia, largamente esperada, de una crisis latente durante años?La respuesta, como ocurre con la mayoría de los asuntos nigerianos, no es sencilla. Sí, se asesina a cristianos. Sí, los musulmanes también son víctimas. Y sí, la violencia es religiosa, política, étnica y ambiental, todo a la vez.La organización Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), patrocinada por el Vaticano, presenta un panorama estremecedor en su informe de 2025 sobre libertad religiosa. «Nigeria experimentó un aumento drástico de la violencia por motivos religiosos entre enero de 2023 y diciembre de 2024, especialmente en el norte y la región central del país», explica el informe. «Grupos armados como Boko Haram, la Provincia del Estado Islámico de África Occidental (ISWAP) y diversas milicias perpetraron ataques a gran escala contra iglesias, aldeas y líderes religiosos. En los estados de Plateau y Benue, miles de personas fueron desplazadas y cientos murieron, incluyendo a más de 1100 cristianos —entre ellos 20 clérigos—, tan solo un mes después de la toma de posesión presidencial de 2023. Durante la Navidad de 2023, ataques coordinados por militantes locales y extranjeros dejaron cerca de 300 muertos. En junio de 2025, alrededor de 200 cristianos desplazados fueron masacrados en Benue».Estos no son incidentes aislados. ACN concluye que «los incidentes en la región central del país no son ataques aleatorios, sino que forman parte de una campaña de limpieza étnica y religiosa». El informe señala que «pastores fulani radicalizados siguen estando implicados en ataques contra comunidades cristianas, que a menudo incluyen la confiscación de tierras y el desplazamiento forzado».La dimensión fulani es especialmente espinosa. ACN reconoce que sus quejas son multifacéticas y tienen sus raíces en la identidad, la marginación y el estrés ambiental.Esta dualidad es crucial. Mientras que algunos líderes eclesiásticos describen la violencia fulani como una estrategia deliberada para expulsar a las poblaciones cristianas, otros advierten sobre la conveniencia de no generalizar y meter a todos los fulani en el mismo saco. El informe incluye información general sobre los fulani, sugiriendo que ideologías extremistas han instrumentalizado las tensiones étnicas con fines políticos más amplios.Dentro de la Iglesia Católica, las reacciones a la declaración de Trump han oscilado entre el entusiasmo y el escepticismo. El obispo Matthew Kukah de Sokoto, una voz respetada en el diálogo interreligioso, ha expresado dudas sobre la caracterización de la crisis como persecución religiosa. Insiste en que «la coexistencia entre musulmanes y cristianos es posible» y advierte que la presión externa podría socavar los esfuerzos locales de paz. El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, añadió un matiz : «No se trata de un conflicto religioso, sino más bien social; por ejemplo, las disputas entre pastores y agricultores». También subraya que «muchos musulmanes en Nigeria son víctimas de esta misma intolerancia». Sin embargo, algunos católicos nigerianos acogieron con satisfacción la intervención de Trump, considerándola un reconocimiento largamente esperado de una crisis que había sido ampliamente ignorada.Como sociólogo, añadiría que los estudiosos coinciden en que no existe la persecución puramente religiosa. El Imperio Romano no ejecutaba a los cristianos por su aversión a la Eucaristía, sino porque temía que su negativa a adorar al César fracturara la unidad imperial. De igual modo, la violencia en Nigeria es una compleja red de extremismo religioso, identidad étnica, disfunción política y colapso ambiental.Sí, los radicales musulmanes también matan a musulmanes, y sí, los cristianos son blanco de ataques desproporcionados. Estas realidades coexisten. Reconocer la complejidad no disminuye la urgencia, sino que la agudiza.Miles de cristianos están siendo asesinados. Eso es indiscutible, aunque las estadísticas lo sean. La violencia no es solo religiosa; también es política, étnica y ambiental. Los musulmanes también son víctimas. Los grupos extremistas no hacen distinciones. La comunidad internacional debe responder, ya sea mediante la diplomacia, la ayuda o la defensa de los derechos humanos.La amenaza de Trump de una intervención militar puede parecer teatral, pero ha atraído la atención mundial hacia una crisis que muchos prefieren ignorar. Su estilo es polémico, pero su protagonismo ha suscitado conversaciones incómodas y quizá haya impulsado a los actores internacionales a tomar medidas.En definitiva, la cuestión no es si los cristianos son perseguidos en Nigeria. Lo son. La verdadera cuestión es cómo responder. Y eso requiere más que tuits y tropas: exige verdad, matices y solidaridad.Gracias por leer nuestros contenidos. 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