Sarajevo, en guerra entre 1992 y 1996, no solo tuvo que soportar la crueldad de la guerra. Según una investigación italiana, entre los tiradores ocultos habrían actuado turistas europeos que pagaban por participar en lo que se conoció como “safaris humanos”. Las denuncias apuntan a una tarifa especial por asesinar niños, un horror que tres décadas después intenta ser esclarecido por la justicia.La Fiscalía de Milán investiga si una red de empresarios y aficionados a las armas italianos organizó viajes a los Balcanes con fines criminales. El caso, impulsado por recientes denuncias y los documentos presentados por el periodista Ezio Gavazzeni, busca determinar si esos desplazamientos constituyeron homicidios voluntarios agravados por crueldad.Una red de viajes a la guerraLos testimonios recogidos describen una estructura que ofrecía “paquetes de guerra” a Sarajevo durante el asedio. Los participantes, en su mayoría hombres vinculados a círculos de ultraderecha, partían de ciudades como Trieste o Magenta bajo el pretexto de entregar ayuda humanitaria. Una vez en Bosnia, según la denuncia, podían disparar contra civiles y pagar sumas más elevadas por matar a menores. Las tarifas oscilaban entre 80.000 y 100.000 euros.Finalizadas sus macabras “vacaciones”, los implicados regresaban a Italia con la misma discreción con la que habían partido. Hoy, treinta años después, el eco de aquellos disparos resuena en los tribunales italianos. La investigación se apoya en el testimonio de E.S., un exagente de inteligencia bosnio que, en 1993, habría advertido al Sismi –el servicio de inteligencia militar italiano– sobre la presencia de al menos cinco compatriotas suyos en las colinas que rodeaban la ciudad.E.S. declaró que la información provenía de un combatiente serbobosnio detenido, quien mencionó haber viajado junto a extranjeros, entre ellos tres italianos. El testimonio también vincula la logística de esos desplazamientos con el exjefe de inteligencia serbia Jovica Stanišić, más tarde condenado por crímenes de guerra. Ante la gravedad de los indicios, el fiscal Alessandro Gobbis ordenó a los Carabineros del ROS verificar la autenticidad de los documentos antes de compartir el expediente con Bosnia-Herzegovina.La justicia bosnia, dividida por tensiones étnicas, cerró su primera investigación, mientras que Serbia calificó los hechos de “mito”. Italia, sin embargo, ha decidido reabrir el caso. “Queremos cerrar las cuentas con el pasado”, afirmó el cónsul bosnio en Milán, Dag Dumrukie. Las pruebas, aún fragmentarias, comienzan a reconstruir un episodio que mezcla la brutalidad de la guerra con la perversión del turismo criminal.La denuncia de Gavazzeni, de 17 páginas, detalla nombres, rutas y fechas de salida. Los fiscales italianos intentan determinar si aquellos turistas armados pueden ser procesados como asesinos de guerra. Treinta años después del sitio, Sarajevo vuelve a los titulares, y esta vez, la mirada se dirige hacia Italia.