La mentira en color de Sánchez origina que aquella mentira en blanco y negro de Franco no me provoque rechazo absoluto. No tiene nada que ver con la razón, la mentira en color de Sánchez es más real que la mentira en blanco y negro de Franco. La realidad del humano es el liberalismo, el neoliberalismo, la socialdemocracia que administra o esta izquierda de hoy que baila y reza sobre mentiras en colores desde las falsas bases del buenismo actual, la creencia aristotélica de la sociabilidad natural y el principio rousseauniano de la bondad por naturaleza, todo ello conforma una religión necesaria para la supervivencia y estabilidad inestable psicológica. Esa religión se llama progresismo y conecta en buena medida con el cristianismo, a su pesar. La realidad del humano —hoy y desde siempre, no sé en el futuro— es el desorden, el caos, la confrontación, las islas de paz y de sosiego. Sólo islas y momentos. Con y contra FrancoMiro atrás con las emociones de la nostalgia que me determinan, con un pasado deificado que estimo feliz —o por lo menos ilusionante— con y contra Franco. Los años te van volviendo sabio, es verdad lo que dijo Benedetti y canta Serrat, quizás uno “se ha vuelto sabio irremediablemente y cuando nada falta entonces usted muere”. Es cierto, “el cuento es muy sencillo”, concluye Benedetti. Sí, pero doloroso. Es deprimente ese estado en el que “el hombre no sólo sabe, sino que también reconoce que sabe”, como diría Kenneth Ewart Boulding quien en su artículo “La teoría general de sistemas y la estructura científica”, afirmó además que el hombre posee sistemas de autoconciencia (pasado y porvenir), que es algo distinto de la mera conciencia.El basamento que acabo de constatar mínimamente me permite —creo yo— trazar unos apuntes sobre dos mentiras: la de Franco —en blanco y negro— y la de Sánchez, adornada con colores que han palidecido paulatinamente. Ambas rechazan el neoliberalismo, esto es, el orden mediante el caos que produce el yoísmo y su postureo centrífugo. Ambas son tipos de socialismo, sólido el franquista, muy líquido y aparente el sanchista que aprovecha la superestructura conductual de la mentira franquista para intentar sobrevivir, degradándola, imitándola, vistiéndola de democracia aparentemente joven pero engañosa. Media pizca de arenaCuando crece el caos y la sociedad se calienta enormemente es complicado que el humano organice sus enseres y limpie su casa. Eso es lo que está pasando ahora en el mundo —con su propia personalidad— y lo que ha ocurrido en otras ocasiones con otra personalidad, la Historia no se repite, nunca ha estado tan cerca de la robotización marginadora y de la guerra autodestructiva. Nosotros en España estamos hablando de asuntos que apenas son medio grano de arena en el contexto mundial. Pero cada uno de nosotros y cada una de vosotras somos menos de media pizca de arena y nos creemos el centro del planeta y algunos de la galaxia. Es lógico que nos preocupe lo más próximo a pesar de que en el mundo actual lo más inmediato sea rehén de lo externo. No somos soberanos ni como personas ni como país. Sólo empezamos a serlo cuando reconocemos que no lo somos. Nuestra microcuestión personal y nacional podría llamarse la mentira en blanco y negro de Franco y la mentira en color descolorido de Sánchez. Con Franco todo parecía orden y concierto. Cada cual sabía su papel en el gran “tinglado de la vieja farsa”, que diría Jacinto Benavente. Y sí, era una farsa que tuvo su utilidad para esos españoles que —desde los dos bandos— le tenían miedo a la libertad al menos desde el siglo XVIII. Cuando murió el llamado caudillo por la gracia de Dios, se nos echó de nuevo encima la realidad en color, la cruda realidad que sin embargo no dejaba de ser la mentira en la que el mundo vive: desde la creencia en lo imaginario que nos viene de cuna hasta la famosa economía de mercado digitalizado y el consumo imprescindible para darle un sentido mentiroso a nuestras vidas. La mentira en color externa a España estaba bastante controlada con Franco, éramos “la reserva espiritual de Occidente”. Pero no se podía mantener tras su muerte, había caído el penúltimo dictador de Occidente en Portugal en 1974, Marcelo Caetano. El minoritario grupo de cabras locas e individuales humanas tira al monte de la entropía y el Poder de verdad y sus servidores políticos hace decenios que pensaban en la globalización, por no decir siglos. El franquismo debía desaparecer con Franco que era consciente del asunto y por eso le dijo al rey Juan Carlos I que cambiara todo para que todo siguiera igual, algo a lo que se unieron los elementos del poder financiero y empresarial que ayudaron a Franco en su mentira. Zombis y mentes risueñasSin embargo, cambió demasiado el panorama como para que la esencia española —si es que existe— siguiera igual. De nuevo estalló el problema no resuelto entre 1931 y 1936 que, a su vez, devenía de mucho atrás, de esa España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía que denunciaron los intelectuales de 1898. De la España marcada por el “que inventen ellos” y, todavía antes, de la España deliciosamente imperial, deliciosa si la comparamos con el imperialismo sumamente cruel de quienes nos endosaron la Leyenda Negra. Así y todo, seguimos adelante con una Constitución en 1978 que lo mismo servía para un roto que para un descosido. Incluso servía para saltársela sin saltársela que ha sido la “obra de arte rupestre” de Sánchez. Insisto en una idea que he dicho y escrito por todas partes y que no es nada original: todo poder tiene la obligación de ser poder todo el tiempo que pueda y/o lo dejen. Esta máxima la cumplió Franco y la está cumpliendo Sánchez con la particularidad de que Sánchez manda sobre zombis democráticos con vestimentas de colores y caras saludables y Franco lo hizo sobre mentes risueñas en blanco y negro, subidas a un Seat 600. La democracia es el sistema de dominio más perfecto que el humano ha ideado, con decir que a EEUU lo llaman la mayor democracia del mundo es bastante. Y, sí, sí, Estados Unidos ha inventado la cuadratura del círculo y aun así ahora padece una enorme crisis de identidad que está cuestionando esa cuadratura del círculo. También hablan de la democracia ateniense que era otra mentira, el antecedente lejano de EEUU. Y, claro, añaden la España democrática y su Transición ejemplar desde una dictadura en blanco y negro a otra en color. En esa Transición y en el tardofranquismo, soy consciente de que los jaleos que formamos los de mi generación eran parte del guion internacional para acabar con el franquismo. Fuimos tontos útiles, pero qué satisfacción ser tontos para eso, aunque no sé si me hubiera movido de haber sabido esta mentira en color actual. O sí, hicimos lo que había que hacer, conciencia tranquila. La teta maternaTodo lo que vemos es, filosóficamente hablando, una mentira en colores y el color, el movimiento y el sonido son los tres factores que nos han atraído y seducido a los humanos desde que estábamos en una cuna esperando el pecho de mamá. Salvando las distancias, así seguimos. Hemos aprendido mucha tecnología, muchos números, pero seguimos presos de la teta materna a la que con posterioridad añadimos lo imaginario, las mentiras, los cuentos esos que León Felipe dijo sabérselos todos. La mentira de Franco es obvio en lo que consistía: él era la verdad y la vida, gracias a Dios, por delegación de Dios. La de Sánchez es similar: él es la verdad, la vida, el progresismo, por supuesto gracias a él, Dios es un carca y sus seguidores pertenecen a la Hermandad de la Fachosfera. Ahora bien, todo eso nos lo ofrece con un cromatismo que ha ido palideciendo. ¿Por qué? Hartazgo, rechazo y salidaPorque si Franco nos adoctrinaba con descaro, violencia brutal y sin alternativa alguna, Sánchez ha terminado por llevar a cabo casi el mismo comportamiento. Educar y adoctrinar, el uno con la porra y la bayoneta y el otro con la cancelación, el intrusismo, la ortodoxia, la violencia psicológica y la marginación, ambos métodos conducen al hartazgo, al rechazo, al “para aguantar al discípulo que te apuñala por la espalda con una sonrisa, prefiero al maestro que al menos venía de frente con el pelotón de fusilamiento y no era tan explícitamente falso, tan pétreo como Pedro, Franco era franco”. Sobre esta base, la gente joven, como precisa “alimento espiritual” sin imposiciones, está regresando a los templos y Rosalía promociona, con respeto, el pensamiento creyente y la vestimenta teresiana. Sánchez es consciente de ello y ya se está “uniendo” al caso. La mentira en color de Sánchez posee como una de sus características la presencia y utilización de la mentira de Franco. Aparentemente, ya no le quedan más armas que el regreso al calor de la cara malévola del caudillo. ¡Menuda paradoja! Cuando la mentira en color se ha vestido con un cromatismo tan sólo aparente suceden estas cosas. Al progresismo de verdad eso no le hubiera sucedido, de ahí que entre mi vejez y mi razón mire para atrás sin ira. Y puesto que lo que veo por delante no me gusta, ya que los herederos de la España de charanga y pandereta están deseando echar al protagonista de la mentira en color y convocarnos de nuevo a las urnas, tengo claro que, como desde hace ya muchos comicios, me quedaré en casa. Que gane la mentira que mejor se lo monte. Mi voto es y vale mucho más que un papel y un sobre. Una última cosa: algo me ilusiona en esta película. Se trata de vivir para ver cómo se las va a apañar ahora el señor Sánchez para ganar las elecciones —el mozo aún no está muerto, ni mucho menos, ni yo lo deseo—. Es un personaje tragicómico e imprevisible, digno de estudio transdisciplinar. Es Sánchez por la gracia de Franco quien a su vez era caudillo por la gracia de Dios, aunque ni uno ni otro me inspiren gracia alguna. Ambos se dan de buenos, de salvadores. Recurro a mi maestro principal, Friedrich Nietzsche. Así habló Zaratustra: “los buenos os han enseñado costas falsas y seguridades falsas; habéis nacido y os habéis criado en las mentiras de los buenos. Todo son mentiras y tergiversaciones de los buenos”. Para terminar, ¿cómo se sale de ambas mentiras? Madurando, ¿madura el ser humano? Nunca ha construido tantas armas autodestructivas como ahora, puede que eso sea madurar, tarde o temprano nos vamos todos a la Venta del Nabo y empezamos de cero. “Los terremotos alumbran nuevas fuentes”, le hizo predicar también el gran Nietzsche a su Zaratustra. Un enorme terremoto y después el eterno retorno del que ya hablaba la filosofía estoica tan de moda en estos días para ese sofisma al que los charlatanes del mercado llaman autoayuda. ¿Autoayuda? Una rosa no puede crecer en un desierto, necesita otro entorno, el que nadie se atreve a abordar, ni el progresismo. Porque eso es lo más complicado y revolucionario. Mejor lo dejamos en “debates” terapéuticos y demás poses epidérmicas en el seno de la mentira y añadimos a la mentira otra mentira más, pero en colores. Y vivimos de ella ad sanationem animarum nostrarum (“para el remedio de nuestras almas”, si es que se dice así en latín, me lo ha chivado el muy multado Google, la UE prefiere multar en lugar de inventar y competir, vive en su mentira, asimismo).