El jefe del Consell mantuvo dos breves llamadas con Juan Francisco Pérez Llorca mientras se despedía de la comunicadora en la plaza de Tetuán y decenas de personas fallecían ahogadasVilaplana desvela que Mazón “whatsappeaba” en El Ventorro y escribía mensajes que no han sido divulgados Un pasaje de la declaración testifical de la testigo Maribel Vilaplana resulta especialmente terrorífico. Mientras los barrancos afluentes a la rambla del Poyo se desbordaban y decenas y decenas de personas fallecían ahogadas, el president Carlos Mazón paseaba tranquilamente hacia un céntrico aparcamiento en compañía de la comunicadora, con quien había compartido mesa y mantel en el restaurante El Ventorro hasta las 18.45. A esa hora, tras haber degustado el menú del establecimiento y compartido una botella de vino, permanecieron “un rato charlando” de camino al aparcamiento, según reza el acta de la declaración de Maribel Vilaplana del pasado 3 de noviembre, a la que ha tenido acceso elDiario.es. Aunque no podía “precisar” la hora exacta, recordaba “alargar la conversación” sobre el Levante UD, club del que es consejera y portavoz. Vilaplana pretendía que Mazón acudiera como president a un partido del equipo granota, como una manera de apuntarse un tanto ante sus superiores del Levante UD. “Ella no tenía prisa, ni tenía sensación de prisa por la otra parte. Fue todo con total normalidad”, indica el acta de la declaración. Tampoco percibió que Mazón estuviera escoltado por su equipo de seguridad. El paseo duró unos “cinco o 10 minutos”. Fueron desde la discreta calle de Bonaire, donde está situado El Ventorro, hasta la entrada del aparcamiento de la plaza de Tetuán, a los pies del edificio de la Fundación Bancaja y frente a la Capitanía General. “Luego estuvieron todavía hablando un rato”, agrega el acta. La franja horaria coincide de pleno con la llamada de Mazón (a las 18.48) con el director general de Comunicación y promoción Institucional, Francisco González. También con las dos breves llamadas que el jefe del Consell mantuvo con el secretario general del PP valenciano y portavoz en las Corts, Juan Francisco Pérez Llorca, a las 18.57. “En ese rato que están hablando, también está con el teléfono”, explicó Vilaplana ante la jueza. Aparcamiento de la plaza de Tetuán. Por otro lado, a las 19.10 figura una “llamada cancelada” con el número de teléfono móvil de Carlos Mazón en el acta notarial que reseña las comunicaciones telefónicas de Salomé Pradas. Tras acabar la conversación, centrada en “el fútbol”, el president “Mazón no le comenta antes de irse donde se va”. “Ella tampoco le dice donde se va”, apostilla el acta de la declaración. “No notó a Mazón apresurado”, manifestó ante la jueza. Cinco minutos en el parking: el ticket, los WhatsApp y el portátil La comunicadora y consultora (ya no se considera periodista, tal como aclaró ante la jueza) “siempre deja el ticket en el coche”. Con lo cual, bajó a su vehículo, que “nunca” aparca en la primera planta, y “aprovechó para apagar el ordenador bien, porque lo había apagado de manera brusca”. También “aprovechó para hacer unas notas que se había quedado a medias” sobre una sesión de consultoría impartida aquella mañana en la factoría Ford de Almussafes, antes del ágape con Carlos Mazón. Luego “miró el móvil, vio los WhatsApp, cogió el ticket [y] subió” a pagar el importe de la estancia de su vehículo en el aparcamiento. En total, “estaría cinco minutos, no lo sabe calcular, no estuvo mucho tiempo”, indica el acta de la declaración. La testigo no conservaba el ticket del aparcamiento, aunque dio el número de matrícula a la Letrada de la Administración de Justicia para que se requiriera a la empresa que gestiona el subterráneo los datos sobre la hora de salida. La jueza está pendiente de recibir el informe del aparcamiento, para aclarar la hora de salida del vehículo. Vilaplana destacó que “no tiene interés en tapar o destapar nada ni encubrir a nadie”, según dijo. Ella “no tiene cargo de responsabilidad ” ni “le puso [a Mazón] una pistola en la cabeza para que se quedara ahí”. “No sabe lo que le pasaba por la cabeza a este señor, ni qué pensaba”, agrega el acta. Una comida “profesional”: ni “institucional ni personal” Vilaplana se ofreció a pagar su parte de la cuenta. “Él le dijo que ya estaba, pero no vio físicamente como se pagaba la comida, ni subieron un datáfono para pagar”, indica el acta. Fue una comida “profesional” (ni “institucional ni personal”), sin un “orden del día”. Ambos se conocían de un encuentro casual el 11 de octubre en el que Vilaplana, Mazón y algún miembro del equipo de Presidencia acabaron en la taberna La Raspa. El 14 de octubre, en un evento empresarial celebrado en Paterna en el que el president tuvo una entusiasta y elogiosa intervención hacia las dotes de la comunicadora, se volvieron a ver. Tras los discursos, en el cóctel posterior, Mazón le dijo: “Necesito hablar contigo, me gustaría que tuviéramos algún tipo de colaboración, dime cuándo y de qué manera podríamos quedar y cuándo a ti te vendría bien”. Consultaron sus agendas y concretaron una fecha “de manera no oficial”. La única fotografía de Mazón y Vilaplana es precisamente de aquella noche. Carlos Mazón y Maribel Vilaplana en un acto anterior a la comida en El Ventorro. Los WhatsApps de Mazón Dos semanas después, con alerta roja por la dana desde primera hora de la mañana, ambos comensales se sentaron a la mesa de un reservado de la planta superior de El Ventorro (iba a ser en otro restaurante, concretamente en El Encuentro, pero al final no había sitio allí). Durante el ágape, Mazón “estaba con el móvil constantemente”, declaró Vilaplana. Alfredo Romero, el dueño del restaurante, subía los platos al reservado, en el que el president y la comunicadora compartían una amplia mesa. Fue una comida “lenta”, según Maribel Vilaplana. Solo compartieron un caldo, nada de copas. Mientras que ella guardó el móvil, Carlos Mazón tenía su teléfono “en la mesa”. Además de las llamadas, “recuerda que sobre todo whatsappeaba, o escribía mensajes”. Durante la comida hablaron del cierre en 2013 de Canal 9, la antigua televisión autonómica —una experiencia traumática para Vilaplana— o del uso del valenciano. La comunicadora confirmó que no estaba interesada en cargo alguno en À Punt, la nueva cadena pública, y que para ella incorporarse a cualquier puesto de naturaleza política era como pegarse un “tiro en el pie”, dada su dedicación al sector privado. El estrés postraumático de El Ventorro y el linchamiento Maribel Vilaplana lloró mucho durante su declaración. Tanto, que la jueza hizo alguna pausa para que pudiera ir al baño y calmarse un poco. En la última conversación que mantuvo con Mazón, apenas un par de días después de la catástrofe, el president le dijo que se veía obligado a reconocer que ella era la comensal en la polémica comida en el restaurante. El jefe del Consell le pidió perdón y ella tuvo un “ataque de pánico”, eliminó todos los mensajes de WhatsApp con Mazón e incluso borró de su agenda su número de teléfono, tal como informó este diario. “No lo tiene a día de hoy”, dijo Maribel Vilaplana en referencia al número de teléfono de Carlos Mazón. Cuando se destapó que era ella quien acompañaba a Mazón en la larga comida, empezó a recibir insultos machistas en redes sociales (de “puta” para arriba) y presiones por parte de los medios de comunicación. Maribel Vilaplana lamentó que “todo se tergiversa” y que “se siente utilizada”, en medio de una batalla en la que ella aparece casi por azar, al haber sido citada por el president precisamente un día que acabaría en una tragedia descomunal. La dana y Mazón, “una maldita casualidad” “Es durísimo pensar que esto es una maldita casualidad, que no consigue aceptar, que se ha repetido tantas veces por qué tuvo que ser ese día, que fue una mala suerte”, dijo ante la jueza, el fiscal y los letrados. Aunque no se consideraba una víctima, Vilaplana “perdió un amigo en la dana y no pudo ir al funeral porque estaba en el hospital con una crisis brutal de ansiedad”. La testigo, en tratamiento psicológico por estrés postraumático, describió su situación un año después de la comida de El Ventorro: “No sabe cómo va a poder sobrevivir”; “tiene pesadillas”, y “en su cabeza es complicadísimo sobrellevarlo”. No se considera una víctima, concluyó, “sino una consecuencia fatal” de la comida con Mazón en El Ventorro.