Rebelión laboral en la casa de Juan Ramón Jiménez tras 20 años de silencio

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La entidad cultural con más proyección de toda la provincia de Huelva, la Casa Museo Zenobia-Juan Ramón Jiménez, con un presupuesto anual que roza los 400.000 euros, lleva décadas lavando la ropa en casa, pero la desesperación de sus trabajadores (guías, documentalistas, oficinistas y administrativos) ha terminado colocando una pancarta nada lírica –como una sábana sin lavar- en el balcón de la vivienda en la que vivió el Premio Nobel de Literatura de 1956 desde los cinco años, un emblemático edificio del siglo XVIII declarado Bien de Interés Cultural en 2015.Es la tímida punta del iceberg de una historia laboral de silencio sobre la prudencia de no querer escandalizar, según confiesan estos empleados públicos que colocaron el jueves de la pasada semana una pancarta con un pentasílabo perfecto pero teñido de rojo sobre fondo blanco: “Convenio Ya”.La pancarta no tardó en retirarla el propio gerente de la Fundación, Antonio Ramírez Almansa, un tanto avergonzado por que esa reivindicación de sus trabajadores empañara el acto previsto aquel mismo día en la puerta del inmueble, pues iba a inaugurarse el monumento -dedicado al poeta y a su famoso burro, Platero- que desde la semana pasada da la bienvenida a los casi 16.000 visitantes que suelen entrar en esta casa tan especial a lo largo de cada año.El alcalde de Moguer y la concejala de Cultura escoltaban al escultor Rodríguez Picón el pasado jueves tras la inauguración del nuevo monumento al poeta y su burrito.La flamante pieza es obra de uno de los artistas plásticos más renombrados de la provincia, Elías Rodríguez Picón (de Rociana del Condado), que en esta ocasión ha rendido homenaje al escritor y su obra con un joven Juan Ramón acompañado de su entrañable borriquillo. La doble pieza de bronce –175 kilos del poeta y 280 kilos de su burro— da continuidad a esa especie de museo al aire libre que el Ayuntamiento moguereño impulsa por todo el municipio con atractivas propuestas escultóricas inspiradas en diferentes capítulos de Platero y yo que simbolizan “el permanente compromiso” del autor de Eternidades “con la naturaleza y los más desfavorecidos”, según señalan en el propio Consistorio.El caso es que allí estaban, para la inauguración, el alcalde de Moguer, el socialista Gustavo Cuéllar; su concejala delegada de Turismo, Elvira Periáñez; e incluso los músicos del prestigioso Liceo Municipal de la Música de Moguer, que amenizó el acto, además de una multitud de vecinos dispuestos a festejar la novedad. Así que el gerente de la casa quitó aquella pancarta de protesta laboral, para indignación de los trabajadores, que actualmente son seis en total.Eran siete en total hasta el año pasado, pero se jubiló el encargado de la administración y ahora son seis, todos titulados universitarios Los conocen de sobra quienes han ido alguna que otra vez a la Casa de esta fundación que, estrictamente, es un consorcio administrativo público conformado a partes desiguales por la Diputación de Huelva, la institución propietaria del edificio y que además pone más dinero encima de la mesa (165.000 euros estos últimos años), el Ayuntamiento de Moguer (146.000 euros), la Consejería de Cultura  de la Junta de Andalucía (46.000 euros) y la Universidad de Huelva, que no financia pero colabora estrechamente, especialmente a través de la Cátedra de Juan Ramón Jiménez.Aspecto que presenta, desde la seamana pasada, la entrada de la Casa Museo, en Moguer (Huelva).“No deja de ser llamativo, para empezar, que el Gobierno andaluz ponga tan poco dinero cuando estamos hablando de un Premio Nobel de Literatura de nuestra tierra”, advierte Antonio Díaz, uno de los trabajadores de la Casa y que es el representante sindical de todos ellos. “Contrastan esos 46.000 euros de la Junta si los comparamos con lo que se llevan un Lorca o un Alberti, por ejemplo”, señala Antonio, que conoce a la perfección esta historia de desencuentros entre sus compañeros y el consorcio que hace posible el funcionamiento de esta Casa en la que, solo por lo que se refiere al Archivo Personal del matrimonio Juan Ramón y Zenobia, se han digitalizado 10.590 documentos.¿Qué piden los trabajadores?La historia de ese desencuentro quizá no empezara en los años 40 del pasado siglo, cuando el poeta y su esposa ya estaban exiliados en Puerto Rico y él estaba al tanto de la fundación que se había creado y era consciente de la intención de crear un museo en su propia casa; y ni siquiera cuando esa fundación empezó a funcionar administrativamente en 1988, pero sí, tal vez, cuando en 1998 el organismo contaba ya con dos trabajadores que hicieron los primeros amagos de conseguir un convenio laboral que los amparara.Pasó el tiempo y en el año 2006, después de ciertas luchas laborales, los siete empleados de entonces aceptaron la propuesta de integrarse en Diputación, que era la institución más poderosa de las cuatro, pero los años fueron pasando y aquel esperable convenio no se materializó, primero por la crisis económica de 2008, luego por otra crisis interna por la que los propios trabajadores aceptaron redistribuir sus jornadas de trabajo y sus sueldos para que no despidieran a ningún compañero, luego por la crisis del Covid, “y así llevamos casi 20 años de excusas” y “de echarse el balón una administración a otra y la casa por barrer”, dice Antonio Díaz, satisfecho al menos de que, gracias a la ley de estabilización de los trabajadores de la administración pública, se hayan convertido hace poco más de un año en personal laboral fijo. Aunque sin convenio.El tan demandado convenio fijaría la consideración de estos trabajadores en verdaderamente técnicos y no en empleados del grupo C2, es decir, auxiliares, aunque la subida de sueldo de cada uno de ellos no sería tampoco nada del otro mundo. “Nos podría suponer una subida mensual de 100 o 200 euros a cada uno”, explica Antonio, “pero también tendríamos otros derechos y otros tipos de vacaciones y permisos por conciliación, por ejemplo, de los que gozan los trabajadores de Diputación y que nosotros no hemos tenido nunca”, añade una compañera, que, como todos, lleva en la solapa de su chaqueta una pequeña placa reivindicativa en la que puede leerse lo mismo que en la pancarta que ha sido repuesta en el balcón de la calle: “Convenio Ya”. “Nuestros compañeros de otras administraciones han tenido hijos, por ejemplo, y han tenido premios y permisos que aquí no tenemos”, añade otra de las compañeras que ejerce de guía.Distintos colores y un solo poetaActualmente, el partido político que tiene más peso en el consorcio responsable de la Casa Museo es el PP, que controla tanto la Junta de Andalucía como la Diputación de Huelva, pero el Ayuntamiento de Moguer está en manos del PSOE. “Eso es peor aún, porque si estas administraciones no se entendían para conseguir nuestro convenio cuando eran del mismo color, ahora todavía es más complicado, y cada cierto tiempo cambian los cargos, aunque actualmente la presidencia del consorcio le corresponde al alcalde”, explica Díaz, que se ha visto ya más de una vez en todos estos años a punto de conseguir el dichoso convenio “pero siempre se ha torcido la cosa o se ha aguado o han terminado poniendo pegas administrativas o no se ha publicado oficialmente lo que hemos llegado a hablar en una mesa, sobre todo desde que nos sindicamos en UGT”, lamenta.En este último año, los trabajadores de la Casa Museo han llegado incluso a renunciar a cobrar la diferencia de sueldo que les correspondería con carácter retroactivo, “para no reventar el presupuesto de la Casa”, que por cierto está prorrogado desde el año pasado. Los cuatro patronos están obligados, por estatuto, a reunirse cuatro veces al año para debatir sobre la Fundación, pero este año, sin ir más lejos, no se han reunido ni una sola vez. Y cuando el pasado 23 de septiembre iban a hacerlo lo suspendieron. De modo que ese hecho, junto a la no renovación del puesto de trabajo del administrativo desde que se jubiló –tarea que se reparten ahora entre dos compañeros- ha sido la gota que ha llenado el vaso de la desesperación, aunque el próximo miércoles los han citado en la Diputación para una reunión cuyo orden del día no conocen aún. “Esperemos que sea para darnos buenas noticias”, dice Antonio, “porque para las malas ya estamos acostumbrados”.Un fondo de 260.000 documentosLos seis trabajadores que luchan por sus derechos velan por un fondo de 259.336 documentos, entre los que se encuentran 1.450 fotografías, 11.623 títulos de la biblioteca, 12.165 artículos de prensa o 5.136 ejemplares de periódico que pasaron por las manos del poeta o su mujer. Solo del Fondo de Puerto Rico, se cuenta en la Casa Museo con 179.767 imágenes y hasta 12.000 piezas o documentos donados por Carmen Hernández-Pinzón, sobrina-nieta del autor de La soledad sonora.La Casa Museo es, durante todo el año, un hervidero de visitas, de formación, de edición de obras y de investigación incluso a nivel internacional. Casi mil visitantes anuales de los 16.000 en total son extranjeros, y es curioso que, de los andaluces, la inmensa mayoría (un 70%) proceden de Sevilla o Huelva. Son estos seis trabajadores los que guían, orientan, aconsejan y ayudan a todos los visitantes, desde los niños que vienen en excursión hasta los investigadores universitarios que precisan documentación muy concreta. La actividad cultural no cesa, desde exposiciones conmemorativas hasta la presentación de ediciones y traducciones de la obra del poeta por parte de escritores de todo el mundo, pasando por efemérides como la del Día Mundial de la Poesía, el Día del Libro o convocatorias de certámenes como el Premio Iberoamericano de Poesía. Además, la transacción de documentación interesante entre unas instituciones y otras tampoco para durante todo el año, y la presentación de obras ajenas al poeta y su esposa pero que eligen este marco incomparable.El Centro de Estudios Juanramonianos, por su parte, ha publicado este pasado año tres números de sus Cuadernos (Juan Ramón y Zenobia ante la discapacidad; Juan Ramón Jiménez y la escuela de las hermanas Cossettini de Rosario; y Angélica Palma, un capítulo en la vida de Zenobia Camprubí). Últimamente, además, se ha puesto a disposición del visitante, a través de un código QR, las audioguías de la Casa también en inglés, francés, italiano y alemán; y se ofrecen consultas personalizadas vía presencial, correo electrónico o incluso telefónica.Frente a la indiferencia que los trabajadores parecen estar recibiendo por parte de todas las administraciones, incluida la de la oposición, la única ventana con que han contado hasta ahora ha sido la que le han brindado las redes sociales, donde han explicado la situación con cierta contención y han echado mano de un aforismo del maestro: “Ser justos. Decir la verdad a costa de todo”. Si Juan Ramón levantara la cabeza.