No ha transcurrido ni un mes desde que Rosalía lanzó su nuevo álbum «Lux» y su propuesta ha suscitado discusiones musicales, teológicas, teatrales, filosóficas y lingüísticas. Sin embargo, existe un abismo que separa a los exégetas de los fans corrientes y molientes, donde se encuentran —sobre todo— los jóvenes que escuchan o contemplan fascinados sus videoclips. A mí me da igual si Rosalía es religiosa, romántica o flamenca, porque lo que me interesa es cómo su creatividad trabaja una esencia barroca desde lo contemporáneo. El Museo del Prado tuvo reflejos y la invitó a presentar su disco rodeada de pinturas de Murillo, Velázquez y Zurbarán. Si el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo tuviera director, sería un pelotazo traer a Rosalía... Ver Más