El problema tiene forma de una mullida alfombra marrón viscosa sobre la arena fina y blanca de Granada. Hace unos 15 años, casi nadie en este pequeño Estado insular del Caribe había oído hablar del sargazo, pese a que siempre ha estado en el fondo de los mares en cantidades necesarias y manejables. Cuando las playas comenzaron a estar invadidas por montañas de estas algas durante varios meses al año, la urgencia fue recoger este residuo que hace huir a los turistas, empobrece a las comunidades locales y provoca daños en los ecosistemas locales y problemas de salud, debido a las emanaciones tóxicas que produce en su descomposición.Seguir leyendo