La falsa 'lepenización' de Vox: la extrema derecha española no consigue emular a la francesa

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"Isabel Díaz Ayuso va a conseguir que el Madrid de los propietarios de toda la vida se convierta en el patio trasero de los ricos". La frase no es de ningún dirigente de la izquierda madrileña, sino de Carlos Hernández Quero, diputado de Vox y portavoz nacional de Vivienda. Su ascenso a la portavocía adjunta del Congreso en sustitución de Javier Ortega Smith, quien hasta hace tres años era el número dos del partido —lo que evidencia su ruptura con la dirección de Santiago Abascal— muestra un cambio discursivo en Vox. O, al menos, en un sector del partido ultraderechista.En un mitin que protagonizó la pasada semana en Aluche, uno de los barrios de la periferia de la capital, Hernández Quero cuestionó la doctrina económica de la presidenta de la Comunidad de Madrid y su política de puertas abiertas a las grandes fortunas de fuera. El diputado de Vox criticó a Ayuso por "ofrecer a multimillonarios extranjeros deducciones fiscales del 20%" que después "niega a los compradores españoles": "Ana y Anselmo no pueden comprar. A usted, fondo de la Ciudad de México, le abrimos la puerta y le ponemos la alfombra roja", señaló entre aplausos de los presentes.El portavoz de Abascal, formado en el Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP) —la escuela política que en España impulsa el entorno de Vox y que replica el modelo ideológico del laboratorio de ideas de Marion Maréchal—, cargó contra el "Madrid de todos los acentos", uno de los eslóganes de la presidenta madrileña. "Los barrios de Madrid le aburren. Lo suyo es que la ciudad sea lo más parecida a Miami, lo más pija, cutre y cosmopaleta del mundo. Su sueño es aumentar el número de propietarios de Caracas, Rabat y Nueva York. Nosotros lo que queremos es que los que compren sean los de aquí. Es lo único que debería importar a un gobernante español; gobernar para los de aquí, no para los de fuera".Las palabras de Quero han suscitado críticas por parte de algunos exdirigentes de Vox como Juan Luis Steegmann, que le comparó con el exlíder de Podemos, Pablo Iglesias. Pero también numerosos editoriales y artículos por parte de medios progresistas, que ya hablan de una 'lepenización' del partido de Abascal. Precisamente el giro ideológico planteado por Marine Le Pen tras asumir la presidencia del Frente Nacional interesó tanto al sociólogo Guillermo Fernández-Vázquez (Madrid, 1985) que escribió el libro 'Qué hacer con la extrema derecha en Europa: el caso del Frente Nacional (Ed. Lengua de Trapo)' en el que ahondaba en los motivos de Le Pen para atraer al votante de clase obrera, a las mujeres y al colectivo LGTBI.El experto, sin embargo, no cree que se esté produciendo ese fenómeno con Vox. En conversación con infoLibre, considera que son los medios, especialmente los de izquierdas, los que están "exagerando" la trascendencia de este discurso y "haciéndole la campaña" a Quero. "Está encantado de que lo comparen con Le Pen, pero yo creo que es un error porque el suyo es un discurso bastante deshilachado y flojo. En los barrios del sur de Madrid, Vox es la muleta del Partido Popular. Y no puede ser otra cosa muy distinta. No resulta creíble que se ponga a criticar a Ayuso y más con una candidata como Isabel Moñino [portavoz en la Asamblea de Madrid]". Así, Fernández considera que este discurso es solo "una tendencia" que existe en Vox "desde hace mucho tiempo" y que convive "con otras más liberales" como la que lidera José María Figaredo, portavoz económico del partido.Coincide Ana I. López Ortega, doctora en Ciencia Política por la Universitat de València y especialista en extrema derecha, delitos de odio y análisis y comportamiento electoral. "No es tanto un giro doctrinal como un reposicionamiento táctico. Vox mantiene sus ejes, que son el nacionalismo, la inmigración, la ley y el orden, pero ahora enfatiza mensajes para barrios obreros. El nombramiento de Hernández Quero es reciente y responde a esa estrategia comunicativa y una apuesta por la expansión electoral: cambiar interlocutor para hablar de vivienda y lo social, pero el marco ideológico sigue siendo el mismo y las prioridades de Vox persisten", apunta. A juicio de Cristina Monge, politóloga y doctora por la Universidad de Zaragoza, Vox "ha tardado mucho en darse cuenta del granero de votos que puede tener allí, porque es un fenómeno que está pasando prácticamente en toda Europa".López Ortega asegura que el objetivo principal de Vox es "convertirse en el partido hegemónico de la extrema derecha y la derecha en España" y que, para ello, "están consolidando un bloque identitario-nacionalista e intentan capturar voto de protesta. "Con Marine Le Pen coinciden en nativismo, autoritarismo, racismo y xenofobia, pero divergen en contexto nacional ya que la tradición republicana y el papel de la Unión Europea en Francia no es idéntica al de España", sostiene. Además, considera que hay dos ejes importantes del discurso de Le Pen que le sirvieron para ampliar su base electoral con antiguos votantes de la izquierda que Vox tampoco cumple: el "feminacionalismo", que integra la  retórica de defensa de las mujeres para justificar políticas identitarias y xenófobas, y el proteccionismo económico, que contrastan con el antifeminismo y liberalismo fiscal de Vox.A juicio del autor de 'Qué hacer con la extrema derecha en Europa', comparar a Vox con el Frente Nacional "es un éxito" para los de Santiago Abascal. "Obviamente comparten una misma familia ideológica, la de la derecha radical, están en el mismo grupo parlamentario en Bruselas y tienen reuniones de modo habitual. Pero, más allá de eso, hay que decir que Vox no tiene una relación especialmente estrecha con Le Pen", analiza Fernández-Vázquez. El experto recuerda que Abascal ha tenido "más afinidad ideológica" con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el primer ministro húngaro, Viktor Orban, además de haber cultivado vínculo con la Heritage Fundation y el movimiento MAGA en Estados Unidos, así como acercarse a figuras como el chileno José Antonio Kast y el presidente argentino Javier Milei en Latinoamérica. "El espejo en el que más se mira Vox no es Le Pen", resume.Quero busca dirigirse a los trabajadores precarizados y a quienes sienten pérdida cultural, un concepto acuñado por la extrema derecha francesa como "los olvidados". "Es efectivo porque personaliza la política: da voz a víctimas percibidas del cambio con la globalización y la desindustrialización y ofrece culpables fáciles", señala la experta en extrema derecha. Para Monge, los ultras quieren aprovecharse del descontento que hay en "en los sectores más precarizados de la sociedad" para incentivar "la pelea del penúltimo contra el último" para "culpar a los migrantes de problemas que en el fondo tienen que ver con deterioro de servicios públicos con fallos del sistema y con fallos de las democracias".Fernández cree que Vox ha convertido la inmigración "en el eje fundamental de su estrategia": "Era un tema presente pero de segundo orden y ahora ya no". Y coincide en el diagnóstico con Monge. "Van a tratar de ir al sur y a otros barrios con menos rentas diciendo que el enemigo es el inmigrante y, a partir de ahí, poner un cierto elemento social en que 'la vivienda tiene que ser para los españoles', que 'los servicios públicos están saturados por los inmigrantes' y que 'acaparan las ayudas sociales'. "No es solo que la inmigración sea la temática, son las gafas con las que Vox lo ve todo: la política social, la de seguridad, la económica, la internacional...  Esas gafas les llevan a decir que no quieren migrantes, tampoco latinoamericanos", expone.¿Qué implicaciones puede tener el discurso de Vox a derecha e izquierda? ¿Puede afectar de alguna manera a la presidenta madrileña? Los expertos no creen que sea así. "Es una cosa muy de nicho y una estrategia para sobrevivir", considera el sociólogo, que asegura que "a la derecha madrileña le gusta Ayuso como figura anti Sánchez". "Que Vox se ponga a confrontar con Ayuso no tiene ningún futuro, es una cosa contraintuitiva, no va a funcionar. Y más con Moñino, que es un perfil muy similar al de la presidenta madrileña". Así, considera que lo de Quero "es, fundamentalmente, marketing".Ana López considera que la crítica contra los beneficios fiscales a los multimillonarios "existe pero no arrasa en la derecha". "Para muchos votantes del centro-derecha las deducciones son ley de atracción de inversión, la crítica es más fuerte en la izquierda y en sectores sensibles a la desigualdad", apunta. "Hay que entender que en la derecha nacional hay división: algunos ven las deducciones como correctas, otros, incluida una parte de Vox, las usan como argumento contra el llamado liberalismo elitista. El debate es principalmente nacional aunque la medida sea madrileña y no es un clivaje que liquide el apoyo a Ayuso: tensiona y polariza, pero la resonancia mayor viene desde la oposición y medios críticos", concluye.Sobre las implicaciones para la izquierda, los tres expertos consideran que "la izquierda pierde si abandona lo social". "La receta es clásica: recuperar la agenda económica y hablar con credibilidad en barrios populares, no sirve solo el reproche moral", señala la experta en extrema derecha. Fernández Vázquez lo tiene claro: "La izquierda madrileña tiene un problema de que no crece y no llega. Y tanto PSOE como Más Madrid no tienen buenos candidatos. Y parecería que la solución, o alguna de las soluciones, no la tienen muy lejos, porque al mismo tiempo que el discurso de Más Madrid es inaudible con Manuela Bergerot como portavoz, en los últimos tiempos ha emergido una figura mediática con bastante éxito, que es Emilio Delgado, y quien precisamente sí tiene un discurso en clave social y en clave del Madrid del sur, que es el que se revela contra el modelo Miami".El diputado de Más Madrid, que quiere convertirse en el cabeza de cartel en las próximas elecciones autonómicas, reaccionó esta semana al discurso de Quero, criticando cómo desde la izquierda "se aplaude un discurso" que algunos como él llevan "haciendo y nutriendo de forma mucho más concreta y aterrizada desde hace años sin que haya producido celebración o artículo alguno ya no en la derecha sino en la propia izquierda": "No creo que tenga mucho mérito el último intento neofalangista de guiñar un ojo a los barrios trabajadores mientras votas para seguir hundiéndolos cada día", zanjaba.