Rafa Bellido (Barra y Mesa): «Las comidas son como las borracheras. Hay que esperar a ver cómo te sientan»

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Con más de un cuarto de siglo entre fogones, Rafa Bellido se ha consolidado como uno de los cocineros más sólidos y experimentados de Córdoba. Formado en la Escuela de Hostelería de Bodegas Campos, dio sus primeros pasos en cocinas como Olimpo, donde fue jefe de cocina, y se curtió profesionalmente junto a los propietarios del mítico Picnic, a quienes considera determinantes en su trayectoria. Pasó también por Casa Matías, un clásico de la ciudad, antes de embarcarse en su propio proyecto: Barra y Mesa, que cumple ya una década ofreciendo una cocina de producto, sabor y experiencia. En este Gastrotest, Rafa Bellido nos cuenta sus rincones favoritos de Córdoba. Lo tengo claro. Me iría a mi pueblo, soy de Almodóvar del Río, y me iría al restaurante San Luis, a tomar manteca colorá, que hacen la mejor del mundo. Es un sitio súper recomendable,son muy buenas personas y dan una calidad estupenda. Trabajo básicamente con dos carniceros, Manolín Sierra y Carnes Palacio. Son también proveedores de mi restaurante y me dan toda la confianza. De pescadería, trabajo con Pescadería Pablo. Al lado de mi restaurante está Carnes Palacio, y tienen una parte gourmet con cosas muy chulas. Quesos, legumbres, embutidos... muchas cosas. Hago muchas compras allí, también para mi casa. Hay varios. Me gusta mucho la Taberna San Cristóbal, Salcedo, que eran los mismos antes, y también Los Chopos. En Salcedo me encantan las taquerías y en San Cristóbal igual. Los Chopos hace unos montaditos súper chulos. Me gusta mucho el de tortilla. Allí hacen montaditos de todo lo que se te ocurra. Tengo tres sitios de cabecera donde suelo ir cuando vienen amigos o familiares: La Cuchara de San Lorenzo, Casa Matías y la Ermita de la Candelaria. Son los tres restaurantes donde celebro cosas importantes. El Baviera. Es un sitio más orientado a la cerveza, más desenfadado. Está bien para desconectar un poco. Los dulces. Pero sobre todo los mantecados, me vuelven loco. Todos los dulces navideños, los dulces caseros, los de antes. Los mantecados los compro en Estepa, aunque también hay muy buenos en Rute. Pero tengo familia cerca de Estepa, en Osuna, y aprovecho cuando voy por allí. Noor, de Paco Morales. Lo que más me gusta es que es súper fino, elegante. Sabe perfectamente cómo jugar con las especias y siempre sales con la sensación de haber hecho una digestión perfecta. Las comidas son como la borrachera: luego hay que esperar a ver cómo te sientan, y eso es muy importante. Uno de los señores que me enseñó, que era Salvador Calar, me decía: «Rafa, hay que ver la resaca de la comida». Y tenía toda la razón. Hay comidas que vas a mediodía y ya no puedes cenar, porque tienen tantas especias o tantas cosas que no son naturales… En Noor eso no pasa. Es impecable. Para mí eso es muy importante, porque Salvador me enseñó muchas cosas, y esa es una de las que más recuerdo. El restaurante San Luis, en Almodóvar del Río. Hacen un cocido espectacular, se come muy bien y el sitio es una maravilla, ahí debajo del castillo. Llevan muchos años, es un negocio familiar, y lo hacen muy bien. Soy más de café. Cuando salgo suelo ir a La Cremería, que está aquí cerca, y hacen un café buenísimo. También tienen dulces muy típicos de la provincia, de Montilla, de esos dulces clásicos que a mí me gustan. Un bocadillo… (ríe). No, en serio, en casa del herrero cuchara de palo, no me complico mucho. Pero suelo preparar algún arroz o guiso. Me gusta cocinar cosas de la sierra, carne de caza, perdices… Son platos que en un restaurante no te comes igual. En casa los disfruto, puedes chupar los huesos tranquilo. Por ejemplo, yo fuera nunca pido perdiz, pero en mi casa me encanta.