Muchas personas consideran que la Ciencia es primordial para comprender el mundo . Gracias al avance científico conocemos de manera cada vez más detallada la estructura de la realidad material y los mecanismos de su constante devenir. Pero ¿es suficiente con la mirada científica para entender, no solo cómo evoluciona el mundo, sino cuáles son sus causas subyacentes? ¿Es asunto de la ciencia responder a la pregunta por Dios ? ¿Dónde quedan la Filosofía y la Teología en un mundo dominado por la mirada científica? Hay quien dice que la Ciencia viene a sustituir las antiguas maneras de comprender la realidad , constituyéndose en una cosmovisión suficiente, incompatible con el hecho religioso. Otros abogan por una separación estricta y sorda entre Religión y Ciencia al dedicarse a responder a preguntas distintas. Pero muchos pensamos que la convergencia entre ambas es posible y deseable. En la mesa redonda sobre Dios y la Ciencia, a celebrar en el 27 Congreso Católicos y Vida Pública, ofreceremos una alternativa integradora. La propuesta comienza por defender la imperiosa necesidad del diálogo entre la Ciencia y la Fe como vía de enriquecimiento mutuo. Efectivamente, Dios no es cosa de la Ciencia, pero la Ciencia enriquece y matiza nuestro conocimiento de Dios a través de la comprensión de la creación, su obra. Tampoco la Ciencia explica por qué existe algo en lugar de nada, si bien, el modelo cosmológico actual presenta indicios interesantísimos acerca de esta pregunta clave. Las teorías sobre la evolución de la materia que se hace viva y continúa cambiando y enriqueciéndose son un auténtico regalo para la teología. Nos hablan de un Creador humilde, amoroso y atizador de la libertad y la creatividad. Las teorías científicas actuales ofrecen potentes indicios que nos interpelan sobre el sentido de la vida y nuestro papel en el Universo. Consideramos que la ciencia actual es una herramienta adecuada en la construcción de una cosmovisión cristiana del mundo. Supone un conocimiento necesario para el cristiano de hoy y puede aportar elementos valiosos para desarrollar una fe madura y razonada. Por: Javier Pérez Castells, Catedrático de Química Orgánica de la Universidad CEU San Pablo