La localidad de Medinaceli (Soria) ha celebrado en la noche de este sábado la fiesta del Toro Jubilo , el único festejo de este tipo con fuego de Castilla y León. El Ayuntamiento dispuso las medidas de seguridad para aquellos que quisieron disfrutar de esta celebración rodeada de polémica y que da los pasos para convertirse en Bien de Interés Cultural. Los mozos han enmaromado al toro en un poste y lo han cubierto de barro desde la patas a la testuz. Tras ello, han colocado en su cornamenta un asta metálica (gamella) sobre la que portaba dos grandes bolas de fuego que han ardido durante buena parte del festejo y ha sido cuando se han apagado, el momento en el que se dio por finalizado el festejo. El Toro Jubilo de Medinaceli coincide siempre con el día anterior a la festividad religiosa en honor de San Arcadio, Eutiquiano, Pascasio, Paulino y Probo, mártires, cuyas reliquias, tal y como cuenta la tradición, fueron llevadas desde África a la villa medinense sobre un toro que portaba teas encendidas en sus cuernos. El festejo taurino, que ha transcurrido con normalidad después de que el año anterior no se celebrara, cuenta con un fuerte rechazo por parte de asociaciones animalistas como Pacma, que considera que someten «a un calvario» al toro, tras encenderle dos bolas de fuego sobre la cabeza. Desde el Ayuntamiento piden respeto a la tradición y recuerdan que es un rito arraigado y sin estas tradiciones y las corridas de toros, este animal pasaría a estar en peligro de extinción. Estos espectáculos de toro de fuego , muy frecuentes en el valle del Ebro y del Jalón (Aragón, Navarra y Valencia) consisten, básicamente, en atar al toro a un poste; sujetarle un armazón, denominado gamella; colocar en las astas unas bolas impregnadas con líquido inflamable (azufre, aguarrás y estopa) y prenderlas fuego. El toro es embadurnado con barro como medida de protección. Tras esto, los mozos tientan al morlaco en el improvisado coso, informa Ical. Documentada desde hace siglos en el Archivo de los Duques de Medinaceli, la primera cita de esta fiesta data del 29 de septiembre de 1559, fecha en que fue testigo del rito, desde el balcón central del Palacio Ducal, el rey Felipe II y su tercera esposa Isabel de Valois, con la que acababa de contraer matrimonio. También, están documentadas otras dos celebraciones el 3 de agosto de 1568 y el 29 de mayo de 1598, pues el Toro Jubilo se festejaba por entonces varias veces al año para disfrute de ilustres personajes.