La pujanza del turismo está pasando una factura injusta a las conocidas como las ' kellys ', las camareras de piso, por un deterioro físico debido al agotamiento crónico, especialmente visible en estos momentos de temporada alta . «Parecemos una farmacia ambulante », resume Yolanda García , representante de estas profesionales que se agruparon por primera vez en Benidorm. Su drama viene provocado por «una sobrecarga de trabajo , los ritmos frenéticos a que somos sometidas, lo que nos provoca lesiones crónicas que luego tenemos que pelear incluso en los juzgados porque las mutuas no las reconocen como derivadas de nuestro trabajo». Estos problemas de salud terminan catalogados como «enfermedad común, cuando no es así», y basta con acudir a cualquier centro de salud y señalar que se trabaja como Kelly para que los médicos «no se extrañen» y por sus colegas de profesión, ellas corroboran que ocurre igual en Mallorca, Ibiza, Canarias y en otros destinos turísticos. «Nos duelen los manos , sin poder cerrarlas y casi no tenemos fuerza, no podemos subir los hombros , nos duelen los codos, en las lumbares estamos cada dos por tres con antiinflamatorios o pinchándonos voltaren», detalla, acerca de las dolencias más usuales. Las consecuencias resultan palpables, para poder levantarse cada día y acudir a su puesto. «Ya sea en nuestro carro de trabajo o en el despacho de la encargada parecemos una farmacia ambulante: tenemos Ibuprofeno, Paracetamol, nolotiles… O antiinflamatorios y muchas de nosotras padecemos ansiedad e insomnio, y recurres a pastillas para poder dormir », relata. No sólo lo atestiguan ellas en primera persona, también hay estudios de Comisiones Obreras y UGT que constatan esa « automedicación » que, a la larga, tampoco resulta prudente para su salud. «No es nada bueno, pero cuando tu día a día se convierte en eso, de alguna forma tienes que aliviar el dolor; es raro la compañera que no lleva pastillas, ya sea porque te has quedado enganchada, porque te duelen las rodillas», detalla Yolanda, que añade cómo muchas no acuden a un fisioterapeuta porque no pueden permitirse pagarlo y «la Seguridad Social tarda un montón en dar una cita». La razón de este sinvivir está en la organización del trabajo a destajo , con una veintena larga de habitaciones que limpiar en la jornada laboral, sí o sí. «Trabajamos contrarreloj y terminamos doloridas , con estrés , ansiedad, dolor muscular acumulado», describe García, como explicación también de porqué falta personal en el sector. Además, han cambiado los hábitos de los turistas, antes la estancia media era de diez días o una semana, mientras que ahora se reduce a cuatro días como máximo, por lo que estas profesionales deben asumir «más entradas y salidas, con limpieza a fondo de las habitaciones». El horario suele ser de 7 a 15 horas (o de 9 a 17), pero eso es «si has terminado a tiempo, y ahora, en verano, las habitaciones quedan más sucias que en invierno, hay familias con niños, con muchas camas supletorias, cunas, arena de la playa.., misión imposible, terminar». Pero las empresas no tienen en cuenta esas variables. «En nuestro contrato no viene que tengas que hacer un número de habitaciones, sino una jornada completa o a tiempo parcial, hay muchos contratos de seis horas, y te pueden sancionar o incluso despedir por no haber cumplido, pero esto no es una cadena como en una fábrica, con un número de piezas», compara la representante de las Kellys. Y suele ocurrir que en algunos casos, la habitación esté mucho más sucia de lo normal, con cosas tiradas por el suelo, por ejemplo, algo que «no se calcula» en los cómputos del trabajo encargado. « Algunos hoteles lo van acumulando y te dan un día libre », reconoce. Preguntada por la reforma laboral de la ministra Yolanda Díaz, reconoce que ha mejorado «un pelín » la estabilidad laboral, con los contratos fijos discontinuos y, aunque por convenio de hostelería pueden estar hasta seis meses fuera cobrando el paro, la tónica suele ser de un mes y medio. No obstante, la principal preocupación que no ha cambiado y se está agravando sigue localizada en la salud y en su futuro, como personal que envejece prematuramente debido a su deterioro físico. Explica, además, la falta de mano de obra , con este escaso atractivo para nadie, sin contar con los precios de los alquileres disparados. «En un par de años, la dificultad ha llegado a que incluso una habitación se paga a 400 o 500 euros, cuando antes eso lo valía un piso completo o un estudio de dos habitaciones; y los apartamentos turístico han hecho mucho daño», señala.