El inventor de las agencias de viajes: un misionero obsesionado con prohibir las borracheras

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Llegó la revolución, y lo hizo hace nada menos que siglo y medio. Un año cualquiera, 1841, quedó grabado en los libros cuando el misionero bautista inglés Thomas Cook orquestó el primer viaje organizado de la historia desde la ciudad de Leicester hasta la localidad de Loughborough; 19 kilómetros en total. Fue para medio millar de colegas del 'Movimiento por la templanza', y con un objetivo claro: trasladar la mayor cantidad de público posible a una charla que buscaba concienciar a la sociedad sobre los perjuicios del alcohol. El trayecto, que costó un chelín por persona, terminó con una banda de música recibiendo a los intrépidos participantes en la estación de destino. El proyecto fue un fracaso mayúsculo desde el punto de vista económico, para qué negarlo; a cambio, sentó las bases de las actuales agencias turísticas y permitió a Cook vislumbrar el potencial empresarial que se abría ante él. «Entendí cuál era la clave de las excursiones y esa idea social creció en mí», afirmó el misionero. A partir de entonces, el británico impulsó un paquete vacacional envidiable para la época: 35 kilómetros por un chelín y seis peniques, el equivalente al salario de un día. Y, aunque no consiguió beneficios durante tres años, demostró a la sociedad que los viajes organizados eran una alternativa económica y palpable para veranear. Ahí es nada. Fue en 1845 cuando Cook organizó los que serían sus primeros viajes con fines lucrativos; sendos trayectos en tren a Liverpool desde Leicester, Nottingham y Derby. En ellos, el misionero bautista entregó además un manual para acompañar este recorrido; una obra que es considerada como la primera guía de viajes de la era moderna. Aunque no fue hasta una década después que, ya como compañía, realizó una gira a través del viejo continente. En 1855, tras diez años de aprendizaje, nuestro protagonista llevó a dos grupos de turistas de Harwich hasta Bruselas, Colonia, Heidelberg, Estrasburgo y París, donde se celebraba la Exposición Internacional. Cuesta resumir los hitos de Cook; son demasiados para enumerarlos todos. Pero si hubo uno que marcó un antes y un después, ese fue el crucero que organizó hasta el corazón de Egipto. El trayecto se sucedió a principios de 1869, cuando la tierra de los faraones rebosaba reporteros y agentes navieros debido a la inauguración del Canal de Suez . Aprovechando el repunte de la región en los medios de comunicación, el inglés trasladó a 28 británicos de una clase social modesta hasta Alejandría el 4 de febrero. Aquella fue la vanguardia de un negocio que, poco a poco, se consolidaba en el viejo continente. El grupo, formado por parejas de mediana edad, representó a los primeros turistas modernos de su era. Para 1871, la agencia inaugurada por el británico organizó la primera vuelta al mundo diseñada de forma exclusiva para turistas: 222 días en los que conocieron todo tipo de países y realizaron multitud de actividades recreativas. «Mientras Julio Verne publicaba ' La vuelta al mundo en 80 días ' en 1872, los ingleses leían el relato verdadero del viaje de Thomas Cook en el 'Times'», explican los periodistas Béatrix de l'Aulnoit y Philippe Alexandre en 'Thomas Cook, 1808-1892, L'inventeur des voyages'. Así continuó este revolucionario personaje hasta que, tras su muerte en 1892, sus descendientes asieron el testigo de la empresa. Lo de Thomas Cook va mucho más allá de haber forjado la primera agencia de viajes de la historia, que no es poco. A lo largo de su vida, el británico forjó una infinidad de innovaciones que todavía se utilizan en la actualidad. En 1851, por ejemplo, ofrecía hacerse cargo no solo del trayecto del turista, sino también del hospedaje y de la comida. Y dos décadas después, en 1874, revolucionó el mercado al crear una suerte de cheques que podían intercambiarse en el destino por dinero en metálico. Ese movimiento, sencillo en apariencia, simplificaba el proceso del cambio de moneda. En 1888, de hecho, había emitido ya 3,25 millones de estos 'tickets'. Pero hasta los pioneros sufren altibajos. En 2019, casi dos siglos después de que Cook organizara su primer viaje, la agencia dejó de operar a pesar de contar con 19 millones de clientes anuales y 22.000 empleados. La deuda acumulada, los problemas de gestión y su escasa renovación condenaron a sus sucesores. Todo lo contrario al espíritu de innovación que había planteado aquel misionero bautista. Un año después, sin embargo, la empresa fue comprada un grupo polaco y levantó el vuelo de nuevo. Así, hasta hoy.