Capi, el emprendedor de Puerto Serrano que rompe moldes y arrasa en redes probándose ropa de mujer

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“El primer y el segundo vídeo los grabé con mucha vergüenza, pero al tercero, ya te acostumbras”. Así lo recuerdo José Antonio Gutiérrez García o Capi como todo el mundo lo conoce, por el apodo que lleva su familia, Capillo. Natural de Puerto Serrano, este polichero de 41 años ha revolucionado las redes sociales con su particular forma de vender sus productos. En un mercado cada vez más saturado por la venta online y un negocio, el e-commerce, también víctima de las estafas por internet, llama la atención la naturalidad y las ganas que Capi le pone a sus reels y con los que se ha vuelto viral.“Yo veía a muchos comercios locales vendiendo por internet y enseñando sus vestidos, pero no había hombres que se pusieran la ropa que venden”. Él sí lo ha hecho. Con su cuidada barba y su cuerpo musculoso, Capi se planta un vestido lencero de animal print, un mono pantalón o un pijama de verano con total naturalidad.Capi, con el foco con el que graba sus vídeos.  JUAN CARLOS TOROCon estudios de Comercio y Marketing en la Escuela Mercantil de Sevilla, y Diseño y Patronaje, Capi lleva toda la vida trabajando en el sector. A pesar de ser oriundo de un pueblo eminentemente agrícola, el campo y la agricultura nunca han llamado la atención. “He podido trabajar en dos o tres campañas en el verdeo de aceituna, pero poco más. No es lo que me gusta, pero si la tienda me fuera mal, me iría al campo y punto”.Escaparatista en Cortefiel o dependiente en Pimkie, a Capi le encantaba la creación de complementos y durante unos años se dedicó a hacer bisutería, cinturones, tocados de boda, pero ser su propio jefe y lanzarse a la aventura le costó un poco más. “Mi madre siempre me decía, chiquillo monta algo, pero yo estaba trabajando bien y no quería laberintos. Al final, tenía que haberle hecho caso mucho antes”.Capi posa con algunos de los vestidos que vende en su tienda.  JUAN CARLOS TOROAsí que en 2021 se decidió a montar su propia tienda. “Pedí un préstamo y monté mi negocio. Sabía que no iba a ir mal porque llevo casi veinte años trabajando de cara al público y muy mal no me iba a ir, aunque nunca se sabe cómo puede terminar la cosa”. En este caso, fue una tienda de decoración, pero una vez pasado el covid “la gente salía más y prefería tomarse una cerveza en la calle que comprarse un cuadro”. Así que empezó a diversificar su producción. “Opté por traer más complementos, bolsos, perfumes, cosmética y algo de hombre también”.Estrategia para subir las ventasHace unos meses las ventas empezaron a caer y Capi decidió que había que tomar medidas. “Fue entonces cuando introduje la ropa de mujer y aunque tengo sobrinas que pueden lucir la ropa diez veces mejor que yo, me dije, y ¿por qué no?”. Al tercer vídeo se le quitó la vergüenza y las reproducciones de sus vídeos empezaron a subir. “Aquello se disparó, de 200 o 500 reproducciones a 15.000, 50.000 y cientos de mensajes a los que no puedo contestar porque no me da tiempo. Yo no me he acostumbrado aún a esto”.Capi, en su tienda de ropa de Puerto Serrano.  JUAN CARLOS TOROTampoco a los mensajes de odio con los que también tiene que lidiar. “Depende de cómo me coja el día: hay veces que contesto, bloqueo o, a veces, hasta te ríes. Me han dicho que esto con Franco no pasaría, que soy una vergüenza, un payaso y bueno, comprendo que, si te expones en una red social, la gente opine, pero si yo veo un vídeo que no me gusta, hago scroll y sigo viendo otras cosas. No entiendo que haya gente que se meta en tu perfil para entrar a insultarte. Creo que tenemos que tener un poco más de empatía también en redes sociales”. En todo caso, “por cada diez mensajes malos, recibo cien buenos y con eso me quedo”.Su incursión en las redes ha sido tan fructífera que “me están haciendo una página web para facilitar a las clientas que puedan acceder a la ropa en cualquier momento y vean si hay tallas, si la prenda está disponible, el precio. En definitiva, hacerlo todo más fácil”.Con vistas a mejorar la distribución, Capi tiene muy claro que Puerto Serrano es su centro neurálgico y su tienda, su modo de vida. “Yo me conformo con estar activo y poder sostener mi negocio. He estado viviendo fuera y la vida era trabajo y casa, casa y trabajo. Ahora tengo mi tienda y salgo cuando quiero sin ningún problema. Y aunque el negocio vaya a mejor, no me pienso ir ni a Madrid ni a Sevilla. En Puerto Serrano estoy feliz”.