El cierre de otro local en el barrio de Palomarejos, en este caso frente al antiguo hospital Virgen de la Salud , supone una nueva estocada para los servicios de la zona. Hablamos del famoso y concurrido bar La Rueda , situado en la calle Galicia, número 3. Miguel Cuevas Martín y Jesús López de la Rocha , los dueños actuales del negocio, al llegar a la edad de su jubilación han decidido no seguir y dar paso al merecido descanso. Desde que el hospital cerró y se trasladó al barrio del Polígono, La Rueda ha aguantado gracias a una clientela fija «que nos ha permitido llegar hasta aquí», reconocen con cierta tristeza. En los últimos años, el local ha estado funcionando, en cierta medida, al ralentí. Ya no hacía falta madrugar demasiado para abrir y por la tarde echaban la persiana temprano. A las nueve o incluso antes, «pues a esas horas ya no viene nadie salvo casos aislados y no merece la pena estar hasta más tarde». Hace algún tiempo pusieron unas mesas en la calle, como otros muchos establecimientos, para ayudar a mantenerse. La Rueda se ha caracterizado siempre por servir algunos productos selectos y de excelente cocinado como los calamares, su plato estrella, además de los calentitos de champiñón, huevos rellenos o raciones de oreja . Miguel y Jesús proceden de Los Navalucillos, aunque se criaron en Toledo capital. «La Rueda abrió en el año 1973 y nosotros entramos a trabajar como camareros asalariados con los antiguos dueños, una mujer en este caso. Al jubilarse ella, nos quedamos con el negocio en 2015. Llevamos trabajando en la hostelería desde hace 48 años. ¡Ya está bien! Y hemos decidido cerrar. Queremos tener tiempo para disfrutar de la vida antes de que lleguen tiempos peores. Por eso lo traspasamos. El local no es nuestro y sabemos que hay algunas personas interesadas en quedarse con él», explica Miguel. Quien conozca el lugar donde está situado La Rueda, frente al antiguo edifico de lo que fue Maternidad, sabe que por allí han pasado miles y miles de personas, esposos y acompañantes de las parturientas que, mientras ellas daban a luz y recibían el alta, compraban los sabrosos bocadillos de calamares o los pinchos que hemos citado, además de la clásica tortilla para hacer más llevadera la espera. El lleno estaba asegurado diariamente. Recordemos también que, a pocos metros, había una floristería que igualmente desapareció con el traslado del hospital. «Si pusiéramos los calamares que hemos vendido en estos años podríamos tapar la calle» , afirma Miguel. Sucedió durante varios años que había colas para comerse o llevarse los bocadillos de La Rueda, frecuentado a su vez por cientos de personas de otros barrios que venían atraídos al bar por la calidad y variedad que ofrecían Jesús y Miguel. Al ser preguntado por si guardan alguna anécdota curiosa, Miguel expresa que no hay nada que sea muy resaltable: «El expresidente regional José Bono vino alguna vez por aquí, y recuerdo otra especial con la visita por sorpresa del exjugador del Real Madrid Amancio Amaro». Antes de la despedida, Miguel quiso manifestar que estaban muy agradecido a todos los clientes que han pasado por este rincón emblemático de Palomarejos, muchos de ellos fijos. «La verdad es que tanto Jesús como yo hemos trabajado duro y el trabajo y nuestra casa y familia han sido los dos lugares de convivencia». * El último día de La Rueda fue este jueves 24 de julio.