Lonely Receiver, de Zack Thompson y Rye Hickman

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Edición original: Lonely Receiver 1-5 USA (Aftershock)Edición nacional/España: Lonely Receiver (Planeta Cómic, 2025)Guion: Zack ThompsonDibujo: Rye HickmanColor: Rye HickmanTraducción: V. M. García de IsusiFormato: Cartoné. 144 páginas. 20€Terror, romance y obsesión«La depresión, el trauma y la ira se llevaron lo mejor de mí y no hiciste nada para evitarlo»Las relaciones son complicadas. Sean del tipo que sean. Si no mostramos cierta tolerancia y si no nos muestran cierta tolerancia durante “esos días tontos” que todo el mundo tiene, si no nos dan respeto y comprensión o si alguien se intenta imponer al otro su forma de pensar, todo se puede ir al garete en un momento. Pero no solo el autoritarismo infundado o la imposición, generalmente acompañada de una baja autoestima o de un concepto no asumido de inferioridad, son el problema, el egoísmo o la inmovilidad también puede hacer que todo caiga. Si todo esto lo llevamos a las relaciones románticas, donde la convivencia es diaria, los factores se multiplican. La toxicidad es un problema muy real y el centro de gravedad sobre el que gira la obra de hoy, Lonely Receiver.Normalmente vemos la toxicidad desde el punto de vista de la víctima, quien la sufre tiende a tener el protagonismo de la obra con la relativamente fácil tarea de hacernos empatizar con ella, pero hay que admitir que Lonely Receiver es muy inteligente en ese sentido pues nos da continuamente, como si de una obra con un solo personaje se tratara, la perspectiva de la persona tóxica, obsesiva, que roza el acoso y nos enseña cómo poco a poco va cayendo en una espiral de locura. Una obra de fantasía con una protagonista odiosa que nos da pena y asco al mismo tiempo. La pena por su falta de avance y de autocrítica que la lleva a ser una persona muy perdida en la vida y obsesionada hasta tal punto que no para de reafirmarse en sus propios errores, sin ser capaz de reconocerlos, y asco por su actitud y sus acciones.Lonely Receiver comienza con una ruptura, la de una mujer cuya pareja la deja, básicamente por insoportable, y aún así ella es incapaz de asumir su parte de culpa. Es tan egocéntrica y tan egoísta que no ve más allá de su propia nariz. Pero ¿para qué está la tecnología si no es para satisfacer nuestras necesidades? Así, Catrin Vander se hace con un nuevo teléfono orgánico con la capacidad de crear un ser físico manejado por una inteligencia artificial diseñada a su gusto, para tener la pareja perfecta. Ahora bien ¿y si alguien es tan tóxico que ni una compañera artificial la aguanta? Efectivamente, nada bueno.Está claro que Lonely Receiver es una reflexión sobre la ruptura, la toxicidad, el egoísmo, la imposición en las relaciones y sobre la dificultad de algunas personas para cambiar, pero con un guionista como Zack Thompson y un teléfono inteligente de por medio, es mucho más que eso.Desgraciadamente hemos visto poco de Thompson por aquí, espero que con esta obra y el anuncio por parte de Planeta de sacar otro de sus trabajos para Aftershock, Her infernal descent, todo ello cambie porque es uno de los maestros del body-horror actual, con obras impresionantes como The Dregs, Come into me o I breathed a body. Aquí juega un poco con eso, con los cambios corporales y sus efectos tanto en el cuerpo como en la mente, pero no va tanto a lo grotesco como en otras de sus obras, sino más a lo psicológico, ofreciendo una ficción que exagera todos los pasos que una persona suele dar después de una ruptura, creando un personaje odioso y metiéndola en un entorno tecnológico, lleno de violencia y sexo.Lonely Receiver destaca por la capacidad del guionista para hacernos sentir a Cairin, con una enorme cantidad de texto que detalla cada uno de sus pensamientos y como se autojustifica, aún haciendo cosas terribles y cuestionables para cualquiera que tenga un mínimo de amor hacia los demás. Un denso, muy denso, canto hacia el egoísmo, con un final a la altura, que en ocasiones cuesta leer pero que te deja una fuerte sensación en el cuerpo, de esas que persisten cuando ves el lomo en la estantería.El trabajo de Rye Hickman (antes Jen Hickman) ayuda mucho a conseguir estas sensaciones. Su dibujo no es hermoso, mucho ángulo, mucho borrón, un pseudo realismo que luego no lo es tanto… pero es que no debe serlo, con sus diseños extraños nos lleva perfectamente por este camino mental, nos arrastra en la evolución de Cairin hasta caer en el abismo. El teléfono con pelos que se asemeja a un testículo ya dice mucho. Pero lo que está muy trabajado es el color, Hickman consigue ir cambiándolo en función de las situaciones de la protagonista de forma muy acertada y consiguiendo identidad propia. Y tiene unas portadas estupendas, todo sea dicho.No quiero decir que esto sea una obra compleja por su contenido, al fin y al cabo estamos ante arte, que depende mucho de sentimientos y vivencias, y no ante un tratado de epistemología. Pero es denso, aunque es curioso verse reflejado en algunas situaciones, aunque sea de soslayo, y temer haber sido alguna vez una persona como Cairin.Lonely Receiver es una obra especial, de esas que amas u odias, tanto por la densidad de sus palabras como por el estilo de dibujo. A mi me ha gustado, porque me parece que Hickman hace un trabajo interesante al dibujo, sin ser destacable consigue transmitir lo que el guion quiere decir, las escenas de sexo entre lo triste, lo excitante y lo grotesco son otro buen ejemplo de su hacer, pero sobre todo porque me gusta cómo escribe Thompson y he leído muchas de sus obras. Me alegra mucho que Planeta haya apostado por este cómic dentro de su línea de Aftershock y espero ver más de este guionista, porque tiene trabajos muy buenos, pero no voy a negar que es una obra dura de tragar que requiere de paciencia para llegar al final. Eso sí, una vez allí es asquerosamente satisfactorio.Lo mejor• El mensaje y la reflexión que ofrece sobre las relaciones, o al menos la forma que algunas personas tienen de verlas.• La profundidad con la que los autores nos meten en la protagonista.Lo peor• No es una obra fácil, alguna parte se puede hacer demasiado densa.