«No ha podido llevarse a nadie. Estamos aquí esperando las consecuencias judiciales de no haberles dejado llevárselas». Las palabras entrecortadas de la exclarisa conocida como sor Paloma, tras su llegada a toda prisa al monasterio de Orduña resumen la tensión generada por las exreligiosas esta mañana a cuenta de las cinco monjas más mayores, de entre 86 y 100 años, para quien la Fiscalía había ordenado que fueran trasladadas a otro monasterio de la Federación de Clarisas. Una decisión formulada tras la información adelantada por ABC y el inminente desahucio de las ocho cismáticas, de acuerdo a la sentencia que hoy se ha conocido. «Las autoridades no logran llevarse a las mayores, han levantado acta judicial y se han marchado», explicaba después el jefe de prensa de las exclarisas, en lo que parece un reconocimiento de la desobediencia al auto judicial. «Después de verificar que las hermanas se querían quedar, que tenían entendimiento y que podían decidir por sí mismas, la orden de la fiscal es llevárselas en contra de su voluntad», incidía poco después la exabadesa en un audio facilitado por la misma vía. [NOTICIA EN AMPLIACIÓN]