Un estudio pionero de la UCLM muestra que la combinación de cocaína y alcohol produce un daño cerebral mayor que su consumo por separado

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El consumo conjunto de cocaína y alcohol es una práctica frecuente especialmente entre jóvenes y adultos en contextos recreativos. Poco se sabía sobre los efectos que esta mezcla tiene a nivel cerebral. Ahora, un estudio liderado por la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), en el que han participado investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), ha demostrado que su combinación no solo potencia los efectos individuales de ambas sustancias, sino que «altera profundamente» regiones clave del cerebro implicadas en las emociones, el control de impulsos y la adicción. Investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) y de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) han llevado a cabo un estudio que revela por primera vez que el consumo conjunto de cocaína y alcohol potencia los efectos individuales de ambas sustancias y provoca un mayor daño cerebral respecto a cuando se administran por separado, afectando a más de un centenar de proteínas clave relacionadas con la adicción, el estado de ánimo y el sueño. Para el desarrollo de este estudio, liderado por la investigadora de la Facultad de Medicina de la UCLM en el Campus de Ciudad Real Inmaculada Ballesteros Yáñez y publicado en la revista Neurochemistry International, el personal investigador utilizó una innovadora técnica de imagen molecular llamada espectrometría de masas por MALDI para analizar el cerebro de ratas expuestas crónicamente a estas sustancias. Los resultados mostraron un «efecto sinérgico», es decir, que el daño cerebral es mucho mayor cuando se combina cocaína y alcohol a cuando se consumen por separado. La región cerebral más afectada fue la amígdala, fundamental en la regulación emocional, donde se observaron importantes descensos en proteínas del sistema GABAérgico y opioide, dos rutas clave en la regulación del placer, la ansiedad y el control de impulsos. Además, los investigadores detectaron alteraciones en rutas implicadas en la neurodegeneración y la desregulación del ritmo sueño/vigilia. Según los autores, estos hallazgos pueden ayudar a entender por qué el uso combinado de alcohol y cocaína genera mayor riesgo de dependencia y trastornos mentales, ofrecen un paso más hacia una comprensión más realista y compleja del cerebro adicto, y abren nuevas vías para desarrollar biomarcadores e impulsar futuras investigaciones clínicas y traslacionales para avanzar en la prevención, diagnóstico y tratamiento más eficaz de las adicciones. El estudio ha sido financiado, entre otros, por el Ministerio de Ciencia e Innovación, el Plan Nacional sobre Drogas y el Instituto de Salud Carlos III. En el mismo han participado Inmaculada Ballesteros, Pilar Alberdi y Carlos A. Castillo Sarmiento, de la UCLM; y Alberto Marcos y Emilio Ambrosio, de la UNED.