Acuerdo comercial entre la UE y EEUU: cuando la lógica económica choca con la geopolítica

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Tras meses de negociación y muchos quebraderos de cabeza, la Unión Europea (UE) ha aceptado que Estados Unidos (EEUU) imponga a las exportaciones europeas aranceles del 15% (unos 10 puntos más de lo que pagaban hasta ahora y hasta el 50% para el acero y el aluminio). También ha acordado que los productos estadounidenses entren en el mercado europeo sin pagar aranceles (hasta ahora pagaban una media de menos del 3%). Y lo ha hecho sin rechistar; es decir, sin establecer medidas compensatorias, activar su mecanismo anti-coacción (cuando Washington ha coaccionado a la Unión) o tomar medidas en el sector servicios, donde EEUU tiene un abultado superávit comercial con Europa. Además, la UE se ha comprometido a que sus empresas inviertan 500.000 millones de dólares en EEUU, a comprar 750.000 millones de dólares en gas natural estadounidense en tres años y a adquirir grandes cantidades de armamento a empresas de EEUU. Muchos titulares lo están definiendo como un mal acuerdo para Europa. ¿Es esto correcto?Más allá de que nos falta por conocer muchos detalles, lo primero que hay que decir es que el acuerdo es malo para todos. Al igual que liberalizar el comercio genera ganancias mutuas, establecer aranceles destruye bienestar a nivel agregado, aunque siempre habrá algunos sectores concretos que ganen con el proteccionismo y pierdan con la liberalización comercial. Pero como Donald Trump, que ignora los principios básicos del comercio internacional y además considera que “la Unión Europea se creó para fastidiar a Estados Unidos” había dejado claro que quería aranceles más altos, lo que hay que evaluar es cómo de malo es el resultado para la UE y también para EEUU.La UE sale mal parada en términos geopolíticos porque se ha mostrado débil y no ha podido liderar una coalición internacional de países afines para plantar cara de forma conjunta a los abusos de Trump.El problema es que hay dos lógicas diferentes para juzgar el acuerdo: la económica y la geopolítica. Y no coinciden. La UE sale mal parada en términos geopolíticos porque se ha mostrado débil y no ha podido liderar una coalición internacional de países afines para plantar cara de forma conjunta a los abusos de Trump. Esto es especialmente negativo dada la debilidad del sistema multilateral de comercio y la elevada demanda internacional de que alguien lidere un sistema de reglas que permita evitar la fragmentación de la economía global al margen de EEUU. Además, si la UE piensa que con este acuerdo se ha acabado la incertidumbre, probablemente se equivoque. Es bien sabido que cuando un abusón de patio de colegio consigue algo sin que se le ofrezca resistencia, suele volver a por más. Seguramente en otoño la Administración Trump argumente que, por motivos de seguridad nacional, los aranceles al sector farmacéutico (y tal vez a los semiconductores) tengan que subir todavía más. Y cuando Trump vuelva a sentirse agraviado por algo, se saltará su propio acuerdo y amenazará con subir más los aranceles (ya lo ha hecho varias veces). Por último, no responder al elevadísimo arancel al acero y al aluminio ahonda en la percepción de vasallo de Europa en relación con EEUU, que ya cristalizó en la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en la que los europeos aceptaron aumentar su gasto en defensa hasta un 5% del PIB cuando a EEUU le basta con gastar el 3,38% para ser la gran superpotencia militar global.Pero desde el punto de vista económico, y dejando claro que este acuerdo es malo porque destruye comercio y hará daño a algunos sectores exportadores europeos (sobre todo alemanes, italianos y de otros países del centro y el norte de Europa, aunque también españoles), la UE ha hecho lo que dicen los manuales de economía que hay que hacer: no responder con aranceles ante la imposición de aranceles estadounidenses; es decir, no pegarse un tiro en el pie simplemente porque al otro lado del Atlántico hayan olvidado 250 años de investigación sobre las ganancias del comercio.Un gravamen del 15% elevará la inflación en EEUU, no inmediatamente, pero sí de forma progresiva en los próximos meses y años, haciendo que sean los consumidores estadounidenses los que realmente paguen los aranceles (existe abundante evidencia empírica de la primera Administración Trump de que los importadores terminaron trasladando el coste de los aranceles al consumidor final). Sin embargo, la no respuesta europea evitará que los precios suban en España y el resto de los Estados miembros. Esto permitirá que el Banco Central Europeo mantenga bajos los tipos de interés (o incluso los reduzca más), de forma que parte de arancel pueda compensarse con cierta depreciación del euro. Además, hay que tener en cuenta que los productos europeos mantienen un acceso al mercado estadounidense similar al de otros países (salvo el acuerdo con el Reino Unido, todos los demás que ha cerrado EEUU suponen aranceles del 15% o más altos para todas las importaciones) y en coches incluso mejor que México y Canadá. Esto permitirá a las empresas de vehículos europeos (en particular las alemanas), que en muchos casos ya producen en plantas estadounidenses, mantener sus ventas.Por último, los compromisos de compra europea de gas y de inversiones es dudoso que se vayan a materializar. Ni la Comisión ni los Estados miembros pueden dictarle a sus empresas dónde invertir. Si las multinacionales europeas decidieran aumentar su inversión en EEUU, se produciría un aumento automático del déficit comercial de este país con Europa, que es lo contrario de lo que pretende Trump (Krugman explica por qué en su newsletter). En cuanto al gas, la UE bien podría aumentar algo sus compras, lo cual ya lleva haciendo desde la invasión rusa de Ucrania en 2022, pero en menores cuantías de las acordadas, sin que eso suponga un problema (recuerden la cantidad de compromisos de este tipo que quedan en papel mojado, empezando por la promesa china de comprar más productos estadounidenses en 2019 que quedó en nada). El tema de la compra de armamentos es más complejo. Por una parte, los países europeos ya se iban a ver obligados a comprar armamento a EEUU para apoyar a Ucrania, así que ahí no se han comprometido a hacer nada que no fueran a hacer de todos modos. Pero como ha quedado claro que Estados Unidos ya no es un aliado fiable, sería importante que los estados miembros, liderados por la Comisión, aumentaran rápidamente sus capacidades de defensa, a ser posible mediante una política industrial mucho más coordinada y horizontal financiada mediante emisiones de deuda conjunta y un ambicioso nuevo presupuesto plurianual. Esto debería combinarse con nuevos acuerdos de libre comercio y con un compromiso firme de aumentar las inversiones y reducir las trabas al mercado interior en línea con las conclusiones de los Informes Draghi y Letta.En definitiva, la negociación comercial entre la UE y EEUU obligaba a Bruselas a elegir entre lo malo y lo peor. Este acuerdo dará un respiro transitorio a la tensión comercial que las capitales europeas deberían aprovechar para dar pasos decididos hacia una autonomía estratégica real, sobre todo en el campo de la defensa. Sólo así se podrá alejar el temible fantasma del vasallaje.Autor: Federico SteinbergLa entrada Acuerdo comercial entre la UE y EEUU: cuando la lógica económica choca con la geopolítica se publicó primero en Real Instituto Elcano.