Cada año en España se formalizan casi un millar de adopciones , mayoritariamente nacionales . Este proceso legal mediante el cual un menor pasa a formar parte de una nueva familia como si fuera un hijo biológico está normalizado en nuestro país pero eso no quita que los implicados en estas situaciones puedan tener alguna que otra inquietud al respecto. Entre ellas, es probable que algunos adoptados se hayan planteado buscar sus orígenes o lo hayan hecho y decidido dar el paso de tener contacto con la familia biológica . Sara es una joven que vivió este proceso cuando tenía 6 años y que aprovecha su cuenta de TikTok (@healingwithsara) para hablar de la cuestión. Ella tiene una opinión clara al respecto, que explicó en un vídeo y que ha interesado ya a más de 15.000 personas. La joven, que se muestra «muy emocionada» porque pronto va a celebrar el 20 aniversario de su adopción, responde así a una educadora de un centro de menores que defiende, precisamente, no buscar a los padres biológicos porque «casi siempre os traerán problemas». Ella sabe, además, de que a cualquiera que haya pasado por un proceso similar, le habrán hecho esa pregunta. «La realidad es que no hay una respuesta universal», empieza la joven su reflexión, dejando claro que habitualmente se habla, desde fuera, de una adopción «imaginando una historia de rescate perfecta, súper bonita y llena de arcoíris en la que una familia te da una oportunidad». «Sinceramente esto me parece muy película Disney », sigue ella, antes de puntualizar que a la práctica, no es así porque que cada adopción es distinta y cada historia «está llena de matices, de preguntas sin respuestas, de sentimientos culpables, encontrados o contradictorios». En este sentido, Sara remarca que «para algunos conocer a su familia biológica es una necesidad» para poder «entenderse a uno mismo» y de «encontrar respuestas sobre el pasado que tu presente no te puede dar». Es mucho más que genética, destaca. «Hay personas que sienten un vacío muy profundo», sigue ella, poniendo sobre la mesa que saber de dónde proceden « puede darles la paz que necesitan para seguir adelante con su vida». Frente a ellos, «para otros la adopción simplemente es una historia» y «no tienen necesidad de saber nada más porque ellos se sienten completos tal y como están». «Las dos cuestiones son perfectamente válidas», insiste la joven, que remarca que luego, quienes decidan indagar, pueden descubrir todo tipo de situaciones, desde historias bonitas a situaciones mucho más duras con «abandono, pobreza o traumas» y que pueden haber «bien recibidos o rechazados». También añade que hay quienes sienten «una curiosidad tremenda pero tienen mucho miedo de abrir esa puerta porque no saben lo que van a encontrar o simplemente han decidido vivir con la incertidumbre». Además, Sara recalca que esta inquietud «tiene que ver solo con los adoptados» y para nada con sus adoptantes y que querer saber sobre su pasado «no significa que sea una persona infeliz, que sea una persona ingrata, o desagradecida». «Repito: tiene que ver con una cuestión de identidad», enfatiza la joven, que tiene un claro consejo para las familias de acogida: que si los adoptados les pregunta por los orígenes o notan que lo tienen en la cabeza « sean un apoyo ». Finalmente, Sara pregunta a otros adoptados por qué pensamientos tuvieron al conocer su historia y también lanza el reto de saber qué harían los no adoptados si de repente descubrieran que tienen una familia al otro lado del mundo.