Acuerdo comercial UE-EEUU: victoria táctica, desastre estratégico

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El acuerdo comercial firmado el 27 de julio de 2025 entre Donald Trump y Ursula von der Leyen en el campo de golf Trump Turnberry representa uno de los episodios reveladores del estado de la diplomacia comercial contemporánea. Los términos del acuerdo –un arancel del 15% sobre productos europeos, 750.000 millones de dólares en compras energéticas estadounidenses y 600.000 millones en inversiones adicionales de la Unión Europea (UE)– han generado reacciones de urgencia entre los partidarios de MAGA, los analistas europeos y la academia que, analizadas en conjunto, ofrecen una perspectiva muy interesante de las dinámicas de poder en las relaciones transatlánticas.Los partidarios MAGA celebran una “victoria total”, los críticos europeos internos reconocen “rendición incondicional” y los académicos confirman que fue “una humillación para la UE”.La perspectiva MAGA: triunfalismo sin maticesLos partidarios de Trump han celebrado el acuerdo con un triunfalismo absoluto que encuentra, sorprendentemente, validación en fuentes críticas independientes. Eric Daugherty encapsula este sentimiento en una frase: “President Trump hits MAJOR HOME RUN with a massive European Union trade deal… victory. ‘ZERO TARIFF’. Experts lose again” (“El presidente Trump consigue un GRAN ÉXITO con un importante acuerdo comercial con la Unión Europea… victoria. ‘ARANCEL CERO’. Los expertos vuelven a perder”). Su reacción es un caso típico de presentación de las cifras como evidencia de la superioridad negociadora estadounidense: los 1,35 mil millones de dólares involucrados sumando todos los compromisos se interpretan como una transferencia de recursos sin precedentes que demuestran la “capitulación europea total”.La perspectiva MAGA interpreta el simbolismo del encuentro –von der Leyen desplazándose al campo de golf privado de Trump– como confirmación de que Europa no tuvo alternativa real. La pregunta retórica de los reporteros “¿qué está concediendo Estados Unidos?” refuerza la narrativa de que se trata de un acuerdo unilateralmente favorable a Estados Unidos (EEUU), si bien lo que salta a los ojos de un economista es lo más obvio: la ausencia casi total de análisis técnico. En esta ocasión, los relatos matan a los datos.La perspectiva europea interna: vergüenza y autocrítica sofisticadaLos comentarios de los analistas europeos en las redes revelan una realidad completamente diferente, caracterizada por vergüenza, indignación y un sofisticado debate sobre alternativas estratégicas no implementadas.Esta perspectiva se articula en varios niveles analíticos. En el nivel simbólico, hay indignación profunda por la humillación ritual (“Viene a jugar al golf y se desplaza ahí nuestra presidenta a firmar esto. Imaginaos la inversa”). En el nivel técnico, los comentarios muestran una sofisticación considerable, cuestionando la legitimidad institucional (“La Comisión Europea no tiene poder alguno para comprometer inversiones europeas en EEUU”) y analizando la aritmética comercial (“¿cuál es la justificación del desequilibrio arancelario?”).El debate sobre estrategias alternativas es particularmente revelador. Se propone un “escenario alternativo” ambicioso: ignorar los aranceles y presentar un plan agresivo de implementación Draghi-Letta financiado con eurobonos masivos, combinado con acuerdos de libre comercio con Canadá, Japón y Corea. La lógica subyacente es que “los aranceles son un rasguño ante ese plan de reforzamiento de la economía europea”.Sin embargo, esta perspectiva también reconoce las limitaciones estructurales que llevaron al resultado actual. Se identifica la división interna fundamental: “sólo Francia era partidaria decidida de una posición de firmeza”. Se reconoce la dependencia en materia de seguridad: “Europa del este, escandinavos y Alemania están dispuestos a pagar un precio para seguir contando con la protección de EEUU frente a Rusia”. La crisis de legitimidad institucional se expresa con claridad: “Hay algo que se ha roto aquí. Muchos años de tragar con errores de la Comisión Europea… Se ha roto eso”.La perspectiva académicaLos análisis académicos proporcionan un marco conceptual más riguroso. Simon Nixon, del Financial Times, apunta alto: “Claramente este acuerdo es una humillación para la Unión Europea”, contextualizando la humillación dentro de dinámicas geopolíticas más amplias. Roger Senserrich proporciona el análisis técnico más devastador de las paradojas económicas del acuerdo. Su observación central es que “un país no puede reducir su déficit comercial y recibir más inversiones exteriores al mismo tiempo”, revelando que Trump “está intentando conseguir algo que básicamente no puede suceder”. Senserrich desmonta la narrativa de transferencias masivas europeas: los 750.000 millones de dólares en energía requieren simplemente “reducir importaciones de otros países y sustituirlas con importaciones americanas. El coste será nulo”. Los 600.000 millones de dólares en inversiones son “casi seguro, papel mojado” porque “la UE no tiene fondos soberanos”.Brad DeLong proporciona el marco conceptual más amplio, caracterizando la estrategia comercial de Trump como “un Brexit para América”. Su proyección es que, en 10 años, EEUU será “como el Reino Unido hoy: un país con una economía cerca del 10% más pobre de lo que habría sido”. DeLong identifica el patrón sistémico: los “acuerdos” de Trump son “arte performativo” con “detalles ridículamente escasos” que establecen “una cultura de acuerdos simbólicos que reemplaza el compromiso sustantivo”.Robin Brooks ofrece la perspectiva geopolítica más realista, argumentando que el acuerdo representa el “reconocimiento de las realidades económicas y geopolíticas”. Su lógica es implacable: “La UE necesita armas estadounidenses para mantener a Ucrania a flote. Simplemente no es un contexto donde escalas un conflicto comercial”.Convergencia extraordinaria de diagnósticosLa característica más notable del conjunto de comentarios es la convergencia entre perspectivas aparentemente antagónicas. Los partidarios MAGA celebran una “victoria total”, los críticos europeos internos reconocen “rendición incondicional” y los académicos confirman que fue “una humillación para la UE”. Esta convergencia entre fuentes tan dispares es excepcional y confirma objetivamente la naturaleza desequilibrada del acuerdo.Sin embargo, las diferencias en sofisticación analítica son notables. La perspectiva MAGA es esencialmente celebratoria, con mínimo análisis técnico y ausencia de consideración de costes. La perspectiva europea interna muestra sofisticación considerable, con análisis técnico detallado y debate serio sobre alternativas estratégicas. La perspectiva académica proporciona marcos conceptuales rigurosos y proyecciones sistémicas a largo plazo.El debate europeo interno sobre alternativas no aplicadas es particularmente revelador. La propuesta de “ignorar los aranceles” e implementar un plan Draghi-Letta reforzado representa una estrategia coherente descartada por factores políticos más que técnicos.Evaluación final: victoria táctica, desastre estratégicoLa evaluación más equilibrada emerge de la síntesis de perspectivas: el acuerdo representa una victoria táctica americana indiscutible con potenciales consecuencias estratégicas desastrosas para todas las partes. Los argumentos MAGA sobre “victoria total” son técnicamente correctos en términos negociadores inmediatos, pero estratégicamente miopes sobre las consecuencias a largo plazo.Europa efectivamente capituló, si bien quizás lo hizo por razones geopolíticas comprensibles –dependencia militar en el contexto de guerra en Ucrania– más que por incompetencia negociadora pura. Sin embargo, como advierte la perspectiva interna más lúcida: “Por ganar predictability (previsibilidad) perdimos el honor y en unas semanas nos encontraremos sin honor y sin predictability«.Los análisis académicos sobre los costes reales revelan paradojas significativas. Los aranceles los pagan los consumidores estadounidenses, no los europeos, con un coste estimado de 1.300 dólares adicionales por hogar estadounidense en 2025. Los “compromisos” europeos de 1,35 mil millones son en gran medida reorganizaciones de flujos existentes sin costes reales para Europa.Esta predicción sobre la naturaleza temporalmente limitada de estos “acuerdos espectáculo” sugiere que el verdadero coste se verá cuando Donald Trump busque nuevas concesiones habiendo establecido el precedente de que Europa cede bajo presión máxima. El acuerdo no representa el final de las presiones sino el precedente que legitimará futuras demandas aún más extremas.En suma, el análisis cruzado de perspectivas revela un triunfo táctico estadounidense con consecuencias estratégicas potencialmente desastrosas para el sistema económico global, donde la convergencia excepcional de diagnósticos entre fuentes antagónicas confirma tanto la realidad de la victoria negociadora de Trump como los costes sistémicos que esta victoria puede generar para todas las partes involucradas.Autor: José Juan RuizLa entrada Acuerdo comercial UE-EEUU: victoria táctica, desastre estratégico se publicó primero en Real Instituto Elcano.