Medio centenar de personas en un local en Wedding, el barrio multicultural, obrero, gentrificado y algo destartalado en el norte de Berlín. No han venido a bailar, aunque esta ciudad sea la vieja capital del tecno, ni a charlar con los amigos, aunque esta fue en un tiempo, también, la capital de las conversaciones y los cafés. Están en silencio, sentados y absorbidos por el sonido de los altavoces que dominan la sala. Sin prisas ni estrés. Se trata de “salir del algoritmo”, como dice unos minutos antes de la sesión Matteo, el italiano. En breve, Matteo presentará al público Crêuza de mä, el vinilo del cantautor italiano Fabrizio De André que esta noche escucharemos entero. Cara A y B, 35 minutos. De principio a fin, casi religiosamente. “Una experiencia meditativa”, resumirá después uno de los asistentes, un sudafricano que está de visita en Alemania y se identifica como Sky, y añadirá: “Pero compartida”.Seguir leyendo