Todavía quedan calas secretas desiertas en la costa de Cádiz: esta es perfecta para días de levante

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En plena costa de Cádiz, alejada del bullicio turístico que caracteriza a muchas playas del sur, se esconde una joya natural casi secreta. En tiempos en los que es complicado encontrar rincones poco masificados, el litoral sigue ofreciendo alternativas. La cala del Mirlo, en Tarifa, apartada y de difícil acceso, ha logrado mantenerse al margen de las multitudes.Para llegar hasta allí hay que sacar el lado más aventurero. Solo se puede acceder a pie. El camino comienza desde la conocida playa de Punta Paloma, siguiendo una carretera que se interna hacia el restaurante El Mirlo. Una vez allí, un paseo de unos 15 minutos por senderos rodeados de naturaleza conduce hasta estas calitas solitarias de aguas transparentes, donde el estrés no existe.Además, su ubicación protegida por formaciones rocosas hace que el viento de levante —tan habitual en la zona— azote con menos intensidad que en otras playas de Tarifa. Un motivo más para que esta cala secreta se convierta en el refugio perfecto para días como los que se registran desde este fin de semana en la provincia, en los que el viento complica cualquier plan de playa.Una playa virgen y sin serviciosNo hay duchas, ni aseos, ni chiringuitos. Tampoco vigilancia. Esta playa no cuenta con servicios de ningún tipo, algo que forma parte de su atractivo. Es un espacio dominado por la vegetación, la calma y la sensación de estar en un paraíso escondido, lejos del turismo de masas que suele llenar otras zonas del litoral gaditano.A los amantes de la naturaleza y el silencio les encantará este lugar que se consolida como una de las opciones más tranquilas para quienes buscan desconexión real. No es la única, aquellas personas que prefieren un entorno más salvaje encontrarán en las calas cercanas al cabo de Punta Paloma —como esta— el escenario perfecto para pasar el día.Justo detrás de esta playa se alza el monte que alberga unas antiguas instalaciones militares: la batería de costa de Paloma Alta, que todavía conserva tres enormes cañones de los años cuarenta.