SALAMANCA, ESPAÑA.- Pocas veces una entrevista se convierte en un manifiesto. Y pocas veces un testimonio —tan directo, tan apasionado, tan real— sacude tanto. Hablar con Carolina Fraile, ganadera e hija del mítico Juan Luis Fraile, es encontrarse con una forma de resistencia casi poética: la del romanticismo ganadero, la de una mujer que ha decidido mantener, contra todo pronóstico, un encaste único, minoritario, exigente y profundo. Un encaste que, como ella misma dice, “si no lo amas, te destruye”.TE PUEDE INTERESAR: Cruz Azul vs Seattle en Leagues Cup 2025: horario y canal por televisión abierta y streamingEste jueves, la ganadería de Juan Luis Fraile regresa a Las Ventas de Madrid. No es un regreso cualquiera. Es una vuelta esperada, simbólica y poderosa. En un contexto donde cada vez se lidia menos lo diferente, menos lo difícil, menos lo bravo de verdad, el encaste graciliano —ese que Juan Luis Fraile consolidó y que Carolina y su hermano defienden con firmeza— pisa de nuevo la plaza más exigente del mundo con la dignidad de lo irreductible.Carolina lo explica sin rodeos: “Si no tienes afición, si no eres un romántico, si no estás enamorado del toro, no pintas nada. No haces nada”. Y esa frase, que bien podría parecer un eslogan, es en realidad la llave para entender todo lo que representa su casa ganadera.Un toro con personalidadNo es un toro cómodo. No es un toro moderno. Es un toro encastado, que pide sitio, que exige ser entendido. Pero si se le hacen bien las cosas, lo da todo. “Hay toros de este encaste que salen con muchísima clase. Claro que también te puede salir un barrabás, de esos que te acuerdas de mi madre, como yo digo”, ríe Carolina. Pero lo dice con respeto, porque sabe que esa emoción, esa incertidumbre, ese peligro, son esenciales para la fiesta.El toro de Juan Luis Fraile no es grande, pero tiene seriedad y trapío. Es un toro de Madrid. De los que se imponen con la mirada, de los que hacen callar al tendido. Y lo más importante: es un toro que emociona. Que transmite. Que justifica cada entrada, cada ovación, cada silencio de respeto. “Cuando la gente no come pipas, es que hay algo abajo que se mueve. Eso es lo que buscamos”, dice Carolina con una convicción que estremece.Contra la lógica del mercadoCarolina podría haber optado por lo fácil. “Nos habría resultado muy sencillo meter sangre Domecq, desaparecer este encaste, y entrar en muchas ferias. Sin disgustos, sin sinsabores, sin tantas puertas cerradas”, confiesa. Pero no lo hizo. Porque no todo es negocio. Porque hay herencias que no se traicionan. Porque hay valores que no tienen precio.Ella vive de otras cosas. Y por eso puede permitirse mantener este tipo de ganadería. Pero lo hace también como un acto de justicia, como un homenaje a su padre, como una forma de devolverle al toro todo lo que le ha dado. “Es una lucha diaria. Pero mientras pueda, lo seguiré haciendo. Porque lo que quiero es ver un toro que transmita. Un toro con verdad. Y eso no se consigue si no lo amas profundamente”.Una joya en peligro de extinciónEl encaste graciliano es, a día de hoy, una rareza. Prácticamente ha desaparecido del campo bravo. Lo que conserva la familia Fraile es casi una pieza de museo, una joya genética que debería ser protegida, valorada, celebrada. Pero en lugar de eso, se margina. Se olvida. Se castiga.“No hay toreros ahora que quieran torear ciertos encastes. Eso es así. Pero también es culpa del sistema. Del miedo al fracaso. De la falta de afición real. Por eso desaparecen tantas ganaderías: porque no hay quien quiera apostar por lo distinto”, dice Carolina, con la serenidad de quien ya ha escuchado todos los argumentos y ha seguido adelante pese a todo.Un regreso con mensajeLa corrida de este jueves en Las Ventas no es una más. Es un regreso cargado de simbolismo. Es la reivindicación de una manera de entender el toreo, de una forma de criar el toro, de una pasión heredada y viva. Es, también, una prueba de fuego para una afición que dice buscar emoción, pero que tantas veces gira la cara ante lo que incomoda.Y por eso, escuchar a Carolina Fraile es un privilegio. Porque representa a quienes siguen creyendo que el toro es el eje de la fiesta. Que sin emoción no hay arte. Que sin casta no hay grandeza. Que sin amor, no pintas nada.The post “Sin amor, no pintas nada”: Carolina Fraile first appeared on Ovaciones.