Durante años, los científicos han considerado que casi la mitad del ADN humano estaba lleno de secuencias sin utilidad aparente, conocidas como ADN basura. Hoy, un estudio internacional revela que estas secuencias podrían tener un papel clave en el funcionamiento de nuestros genes, cuestionando una creencia que ha persistido desde que se secuenció el genoma humano.El ADN que salta: una historia de genes viajerosImagina que tu genoma es como una enciclopedia enorme. Algunas páginas contienen instrucciones muy claras, otras parecen garabatos sin sentido. Dentro de estos «garabatos» están los elementos transponibles (TE), también conocidos como «genes saltarines». Estos fragmentos de ADN tienen la capacidad de copiarse y pegarse en distintas partes del genoma, un poco como si ciertos párrafos pudieran aparecer mágicamente en varios capítulos del libro.Estos TE componen alrededor del 50% del genoma humano y, en otros organismos, esa cifra puede ser incluso mayor. El nuevo estudio, publicado en Science Advances y llevado a cabo por investigadores de Japón, China, Canadá y Estados Unidos, se centra en una familia específica de estos elementos: los MER11.MER11: el legado de un virus antiguoLos MER11 pertenecen a una clase de TEs conocidos como retrotransposones LTR (long terminal repeat), que curiosamente provienen de virus que infectaron a nuestros ancestros hace millones de años. Se trata de restos de retrovirus endógenos que lograron insertarse en nuestro ADN y, desde entonces, han pasado de generación en generación.De hecho, al menos el 8% de nuestro genoma es herencia directa de esos virus antiguos. Aunque durante mucho tiempo se creyó que estos fragmentos estaban inactivos, la nueva investigación demuestra que algunos de ellos están lejos de ser inofensivos residuos genéticos.Un nuevo método para redescubrir el ADNUno de los mayores problemas al estudiar los TEs es que, por su naturaleza repetitiva y dispersa, son difíciles de clasificar correctamente. El equipo de investigadores propuso un nuevo sistema de clasificación evolutiva para las secuencias MER11, basado en cuánto se han conservado entre distintas especies de primates.Dividieron las secuencias MER11 en cuatro subfamilias (G1 a G4), ordenadas según su antigüedad. Esta división permitió analizar cuál es su relación con ciertas marcas epigenéticas, es decir, señales químicas que activan o silencian genes sin modificar el ADN en sí. Es como si pudiéramos encender o apagar interruptores en una casa sin cambiar el cableado.MER11_G4: el interruptor genético más joven y potenteEl hallazgo más impactante fue que la subfamilia más reciente, MER11_G4, tiene una fuerte capacidad para influir en la expresión de genes. Esto significa que, aunque no cambian el contenido del ADN, estos fragmentos ayudan a determinar qué genes se activan y cuándo.MER11_G4 contiene motivos específicos de ADN que atraen a ciertas proteínas reguladoras conocidas como factores de transcripción. Estas proteínas funcionan como músicos que leen una partitura y deciden cuáles notas tocar. Según el estudio, estas secuencias podrían haber desarrollado nuevas funciones regulatorias que incluso habrían influido en la especiación, es decir, en la aparición de nuevas especies.Revalorizando lo que se consideraba desechoEste descubrimiento cambia completamente la perspectiva sobre el ADN basura. Lo que parecía un archivo lleno de archivos temporales o antiguos, sin propósito, ahora se revela como una posible red de control genético sofisticado. La idea de que partes del genoma no tienen función puede estar limitando nuestra comprensión de la evolución y de enfermedades que todavía no logramos descifrar del todo.Fumitaka Inoue, coautor del estudio, señala que «aunque el genoma fue secuenciado hace tiempo, gran parte de su función sigue siendo un misterio«. Este trabajo aporta una pieza clave a ese rompecabezas.Implicaciones futuras para la investigación genéticaComprender el papel de los TEs como los MER11 podría tener aplicaciones médicas importantes. Desde el desarrollo embrionario hasta enfermedades como el cáncer, estos fragmentos podrían actuar como reguladores ocultos que influyen silenciosamente en la salud humana.Este hallazgo también pone sobre la mesa la necesidad de mejorar los sistemas de anotación genómica, para no pasar por alto secuencias que podrían ser vitales. Lo que antes era ignorado como ruido de fondo podría ser, en realidad, una melodía fundamental para comprender nuestro pasado evolutivo y nuestro futuro biotecnológico.La noticia Código oculto en el ADN humano: lo que antes llamábamos basura podría ser esencial fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.