El Mediterráneo entra en ebullición. No por el calor, que podría ser, sino porque después de un fantástico Trofeo de la Reina y un vibrante TabarcaVela (gracias Miguel, Núria y Jaume por el premio) llega la Copa del Rey. Un de oca a oca y tiro porque me toca en un año en el que se puede marcar un antes y un después. Muchas miradas estarán en el Europeo que se vivirá en la Copa, pero puede haber algo que trascienda a lo deportivo y haga las delicias de la peluquería (de todos). Sería la presencia, compitiendo, de la princesa Leonor. En el Real Club Náutico de Palma y los que llevan la Copa se frotan las manos con solo pensar en la posibilidad. Imaginen si se hace realidad. Todo lo que rodea a la Casa Real es un secreto muy bien guardado por lo que hablar en términos de verdad absoluta sería cuanto menos osado. Aunque, como esto es una columna de opinión, voy a aprovechar y a izar velas. Este año, la Armada se presentará en Palma con cuatro barcos: el Aifos, con el Rey Felipe VI a la caña, estará en ORC 1; dos monotipos J99 en ORC C; y el de la clase femenina. Leonor tiene la opción de ir en cualquiera de los dos J99 que se llaman Regulus, el I (CNR de Cartagena) y VII (CNR de Cádiz). Cuando saltó la noticia, Ricardo Álvarez-Maldonado, delegado de vela de la Armada, dijo que «la Copa del Rey es el escenario perfecto para completar la formación con un desafío de máximo nivel». Primera señal. Y ahí va la otra: ¿Qué significa Regulus? Pequeño rey o príncipe. Sí, no es nuevo pero permítanme tirar de ello porque desde aquí lanzo un tiro al aire. Está todo masticado, sería natural. Un ahora o nunca que se podría utilizar para dar aún más vuelo a la Copa del Rey y a la vela. Un duelo (aunque cada uno en su clase, pero con la posibilidad de luchar por el título absoluto) entre padre e hija que se escribiría solo. Buen viento y buena mar.