Fue una película de 1963 protagonizada por José Luis López Vázquez –'El cálido verano del Sr. Rodríguez'- la que dio nombre a un concepto en España: el 'rodríguez', ese padre que queda a trabajar en la ciudad mientras su familia veranea en la playa o el pueblo. Hoy es algo que hacen por igual padres y madres, pero esa es otra historia. Porque más de sesenta años después de aquella cinta comedia, los nuevos 'rodríguez' son más bien esos mayores que se quedan en la ciudad. Ahora bien, a diferencia del protagonista de aquella película, su vida social puede verse reducidísima. «En verano, Granada se queda vacía por el calor. Mucha gente se va a la playa o a los pueblos huyendo de estas temperaturas tan altas… ¿Qué pasa? Que la mayoría de las actividades de los centros de mayores se clausuran y ellos se quedan sin actividades de entretenimiento, más aislados y encerrados…». El solitario dibujo de Granada que hace Almudena Martín Pozo, de la Fundación Albihar, se repite a lo largo y ancho de España. Contra eso lucha el programa 'Siempre Acompañados' de la Caixa en el que trabaja como técnico, desde la Fundación. Durante todo el año acompaña a personas mayores de 60 para aliviarles y enseñarles a torear esa soledad no deseada. En verano, nada de relajarse. Hay incluso que estar más atentos. «La familia se va de vacaciones, mucha gente se queda sola», recalca Martín Pozo. Se refiere a mayores de 60 años, el colectivo en el que se centra el programa. Por eso, han puesto en marcha el plan 'Verano al Fresco'. Busca, nos explica, «invitar a la gente a participar en actividades de ocio, talleres…». Se trata de una colaboración entre muchas de las asociaciones de Granada, una especie de invitación colectiva, para que si un centro de mayores ha cerrado o una asociación ha bajado la persiana sus usuarios no se queden sin plan. Todo para no parar la integración social de los mayores en verano. De junio a agosto, este 2025, hay actividades como un taller de escritura a otro de primeros auxilios, cursos para usar Google maps, conciertos, cine fórum, manualidades, visitas por la ciudad… El programa de verano refuerza, así, el trabajo del resto del año. Nos lo confirma Lola, usuaria del programa 'Siempre acompañados'. Vive en Granada, tiene 71 años y con una voz firme y clara se refiere a Almudena y Gonzalo -Gonzalo Toscano, psicólogo de la Fundación Albihar - «como sus hijos». No está muy claro como Albihar llegó a su vida, si por su centro de salud, si por un folleto. Pero ella agradece la unión de ambos destinos. Hoy se siente bien y útil. No era así cuando entró en el proyecto. ¿Qué pensaba entonces? «Hace dos años se me pasaba por la cabeza que yo no era necesaria para nada. Mis padres, a los que cuidé, ya habían muerto; mis hijas, ya mayores, ya no me necesitaban y yo me preguntaba ¿Qué pinto aquí? Ya me puedo morir, no tenía objetivo, ni sabía para qué levantarme cada día, ni qué hacer con mi tiempo». Hoy, nos dice, no le faltan actividades. Hasta puede elegir planes por la mañana o por la tarde, según le venga bien. Separada desde hace 25 años, Lola trabajó unos años en Barcelona y volvió a su Granada natal, donde montó una cafetería que luego convirtió en joyería. Tras su jubilación y con dos hijas que viven fuera de Granada, se encontró con una soledad no deseada que dice, ya ha quedado atrás. Como ella, Albihar ha trabajado con cientos de mayores. «Abarcamos tantas soledades como personas existen. Cada persona la siente o percibe de una manera diferente. Por eso, pasamos análisis exhaustivos. Una entrevista exhaustiva que suele durar en torno a dos sesiones. Analizamos historias de vida y antecedentes para ver qué ha llevado a esa persona a sentirse así y le damos herramientas de tipo social y comunitarios, así como recursos para poder mejorar su calidad de vida», desgrana Gonzalo Toscano. Gonzalo acompaña a Lola hoy en una de sus citas. Suelen ser mensuales. En ellas se revisan los objetivos. Los mayores entran en el Programa y una vez que estos se han logrado se les da el «alta». No significa que se queden fuera del mismo. Siguen acudiendo a lo que quieren y, de hecho, son parte importante de esas redes sociales que se crean para aliviar soledades. Es una de las partes del programa que ha ayudado a Lola a sentirse muy útil. «Ahora veo que yo puedo ayudar a otros». En la importancia de las redes y la utilidad hace también hincapié Elena Fernández. Psicóloga y gerontóloga, colabora con la Fundación La Caixa en el equipo de Dirección Científica. Coordina el Posgrado de Atención a Personas en situación de Soledad de la Universidad de Vic en colaboración con el Programa de Personas mayores de la Fundación La Caixa. El programa formativo celebró su primera edición este pasado curso. Entre los alumnos, psicólogos, trabajadores sociales, directivos de Fundaciones… Fernández se muestra satisfecha de un posgrado que ya prepara su segunda edición. Recuerda que llega una nueva generación de mayores a los que les queda mucha vida por delante tras la jubilación. «Hay que trabajar desde la comunidad, pero también desde el empoderamiento de la persona, de resignificar sus objetivos», explica. Ella, además de coordinar, es profesora de uno de los módulos. El de Soledad emocional, en concreto de la asignatura Desarrollo del vínculo. «Los desarrollamos desde que nacemos hasta que morimos», recalca. Y, está claro, es un proceso que tampoco toma vacaciones en verano.