Con el inestimable aval de varios ministros del mismo Gobierno que ya la indultó, Juana Rivas protagonizó este martes un nuevo cuadro de victimismo, siempre a costa de un menor utilizado a conveniencia de parte, y no solo por su madre, condenada por el Tribunal Supremo , sino por un Ejecutivo que desde la anterior legislatura decidió convertir este caso en bandera de su más que discutible lucha feminista. Aplazada por un juzgado hasta el viernes, la entrega del menor a su padre prolonga y acentúa el trauma infligido al pequeño por quienes paradójicamente debían protegerlo, sus progenitores, y alimenta el relato de la persecución que de manera irresponsable ha manejado el Gobierno. Es demasiado tarde ya para confiar en el sentido común en un caso viciado de origen y, peor aún, utilizado de forma torticera por una izquierda decidida a suplantar a la Justicia por una acción política justiciera y populista.