Dentro de la mente de un pirómano: el perfil psicológico de quienes encuentran el placer en el fuego

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Tras la oleada de incendios que ha sacudido varias regiones de España, algunos de ellos provocados, surge la pregunta: ¿Qué hay en la mente de un pirómano? ¿Qué les lleva a quemar cosas? ¿Cuál es su modus operandi? Para comprender mejor el perfil psicológico de un pirómano, hablamos con Patricia Díaz, psicóloga y coordinadora de la Asociación Nacional de Psicólogos en Acción.Lo primero que aclara Patricia Díaz es que no todo aquel que prende fuego es un pirómano. "Es importante distinguir entre personas que tienen un trastorno y las que actúan por otro tipo de intereses. Ya sean intereses económicos, por venganza o por algún otro tipo de trastorno que no sea exactamente", señala. La piromanía, a diferencia de otros motivos criminales, es un trastorno impulsivo. No hay planificación racional ni beneficios económicos: "Normalmente consideramos a una persona que es un pirómano como una persona que tiene una dificultad en el control de impulsos".Pero el problema no termina ahí. A menudo, estas personas también lidian con otros conflictos internos. "Sería una persona con un tipo de ansiedad especial y que tiene esa necesidad, para calmar su malestar, de ver algo quemado", señala la especialista.Destrucción como alivio¿Por qué precisamente el fuego? ¿Qué genera en el pirómano? "Sentir ese poder, esa capacidad de destrucción que supone hacer arder un terreno... uno se siente muy poderoso cuando es capaz de ver que ha hecho eso", dice Díaz. Ese sentimiento de poder es en realidad una compensación psicológica."Ahí también denota una baja autoestima. Cuando una persona no es capaz de sentirse a gusto consigo misma, al crear esa destrucción se siente más en calma, más a gusto, más tranquilo", explica la experta que añade que el incendio actúa como vía de regulación emocional: "El malestar es tan grande que han encontrado, por diferentes aprendizajes o situaciones vividas, la satisfacción, la tranquilidad o la ausencia de malestar gracias a esa conducta".Patricia Díaz compara la piromanía con otras adicciones más conocidas: "Podría asemejarse a una persona que tiene una adicción, por ejemplo, a una sustancia o a las compras. Cuando me siento muy mal, necesito consumir, o necesito comprar, o incluso autolesionarme".Perfil de un pirómano y modus operandiEl perfil del pirómano, según la psicóloga, suele estar marcado por el aislamiento y la disfunción social. "Son personas con dificultad en las relaciones sociales. Tienen una gestión emocional complicada, dificultades a la hora de expresar cómo se sienten y de manejar esas emociones de forma adecuada", explica.En lugar de buscar ayuda o expresar su malestar, canalizan todo hacia un acto destructivo. "Lo manejan de una forma completamente inadecuada, completamente destructiva (...) hablamos de una falta de control de impulsos, de un déficit grave". En estos casos, el incendio es el medio para alcanzar alivio. "Es una dificultad de controlar los impulsos y de manejar esas emociones de forma más adaptativa", señala.Aunque no se puede generalizar, la experiencia clínica revela un perfil habitual: "Solemos encontrar hombres jóvenes", dice Díaz. Pero también advierte que no hay una única causa que lleve a alguien a convertirse en pirómano. "Siempre hablamos de muchas causas. Hay sin duda factores ambientales, de aprendizaje, de las circunstancias personales. No hay un único cóctel, hay un cóctel que de repente hace que la persona llegue a desarrollar esta patología".A diferencia de los delincuentes organizados, los pirómanos no planifican con precisión. "La forma de actuar va a ser a través de impulsos. Una forma desorganizada. Cuando siente esa ansiedad, hace lo que le calma: provocar el incendio". Detrás del acto también puede haber un intento de "demostrar algo". "Hablábamos de que suelen ser personas con bajas habilidades sociales. Quizás también tenga que ver con mostrar que son capaces de hacer algo importante", añade.TratamientoSegún la psicóloga, el tratamiento es posible, pero requiere intervención profesional prolongada y un entorno que acoja. "Trabajamos con la terapia cognitivo-conductual. Tenemos que trabajar ese control de impulsos, esa ansiedad y tratar de involucrar a la persona en la sociedad de otra manera". "Es como que no han encontrado una forma de encajar de forma más adecuada o más adaptativa", comenta. Pero hay un gran obstáculo: el pirómano raramente acude a terapia por voluntad propia. "Son personas que van a estar muy aisladas, van a huir seguramente de las reacciones sociales". "Es difícil encontrar ayuda terapéutica porque no van a pedirla. Muchas veces no consideran que tengan un problema". "Es difícil que una persona con este descontrol de impulsos reconozca que necesita ayuda psicológica", concluye.La piromanía requiere comprensión clínica e intervención profesional. Como recuerda Patricia Díaz: "Acoger a estas personas, entenderlas y tratarlas no es fácil. Pero es necesario".Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y no te pierdas la última hora y toda la actualidad de antena3noticias.com