Hace casi tres semanas que el fantasma de Jeffrey Epstein persigue a Donald Trump como una aparición que no piensa dejarle en paz y que ahora ha abierto una grieta entre los republicanos en el Congreso. El escándalo por la decisión de su Administración de no difundir los materiales relativos al caso del financiero pedófilo, que murió en 2019 en una celda de Nueva York mientras estaba en custodia policial y esperaba que lo juzgaran por un delito de tráfico sexual de menores, hizo temblar primero al movimiento MAGA (Make America Great Again, Hagamos a Estados Unidos grande otra vez), algunos de cuyos más conspicuos conspiranoicos criticaron por primera vez a su líder; se concentró después en resucitar la relación entre Epstein y el presidente estadounidense, lo que provocó que este se lanzara a toda clase de maniobras de distracción; y, en su penúltima reencarnación, ha apuntado sus focos hacia Ghislaine Maxwell. Seguir leyendo