Las Fundaciones culturales cumplen varias finalidades, entre otras recoger documentación de los autores, en este caso Jorge Guillén, de estudio y análisis de dichas obras. Según los datos que dispongo, la idea de dicha fundación es de 1982, pero se inauguró en 1992, se recoge documentación especialmente del poeta, crítico y escritor Jorge Guillén Álvarez (1893-1984), de la Generación del 27, pero también de otros autores, y especialmente de la literatura contemporánea. Entre sus originalidades, creo de enorme importancia, se coleccionan y guardan archivos y documentación de autores del siglo veinte: Albiac, Alonso de Santos, Badosa, Ángel Crespo, Luis Alberto de Cuenca, Jiménez Lozano, Leopoldo de Luis, Matesanz Martín, Claudio Rodríguez, etc. Con lo cual creo que es una Fundación viva y viviente, porque a veces se cae en el error o en la realidad, quizás por falta de recursos o espacio, de centrarse solo en una figura, el titular. Pero que en concreto la Fundación Jorge Guillén no solo se centra en el autor, sino que amplía a otros del siglo veinte. Creo que será una fundación que tendrá mucho futuro, porque estará viva. Pueden acercarse personas con distintos intereses y, por tanto, abierta siempre a nuevas posibilidades... Creo que otras Fundaciones que existen por el panorama ibérico, tanto de literatura o de escritores o de pensadores o de artistas o de cualquier rama, podrían recoger la idea de la Fundación Jorge Guillén, igual que bibliotecas, museos, departamentos universitarios, ayuntamientos... Leí, leí hace ya mucho tiempo, que para que una entidad funcione, sea del tipo que sea, sea una empresa comercial o cultural o social o del tipo que sea, tiene que aprender y aprehender lo bueno que se realice en cualquier lugar del mundo. Si usted regenta una fábrica de queso, si usted se entera que existe una modalidad de queso o un producto del queso que se hace a cinco mil kilómetros, tiene que estudiar y analizar si esta realidad podría usted materializarla o cristalizarla en su quesería –siempre respetando los derechos de propiedad intelectual e industrial, quede claro–. Creo que en el ramo de la cultura hay que hacer lo mismo. Hay que estar en una constante evolución. Si por ejemplo, Museos y Fundaciones literarias y culturales que existen por nuestra geografía copiasen esta idea de la Fundación Jorge Guillén, de aceptar en donación archivos de autores, sean de literatura, filosofía, música, fotografía, y cualquier otra rama, creo que en pocas décadas se conservaría un material enorme y de enorme importancia. Aunque no he encontrado una entrada de esta entidad en Wikipedia, cosa que sugiero si es que no la tienen... Algunos indican que esta concepción de archivar y recoger documentación de autores de primera y quinta categoría es errónea y exagerada. Pero les digo, si ahora en un caserón manchego o de Castilla la Nueva o la Vieja, en una doble pared, por temor a la censura o a alguna de las guerras que han pasado por estos lares y terruños, se encontrasen quinientas obras, manuscritas y publicadas, de autores y autoras del siglo de oro, aunque fuese de tercera o quinta categoría... ¿no sería un descubrimiento enorme para interpretar el Siglo de Oro, el siglo dieciséis y diecisiete en la literatura y en la vida y en la historia española? Repito, aunque sean de quinta categoría las obras y los autores que se hayan encontrado. Creo que esta es la mentalidad correcta. Creo que para que dentro de cien o doscientos años se estudie el presente. El presente, con todos los niveles y perspectivas, no solo hay que conservar obras y autores de primera calidad nacional o internacional, sino autores de segunda o tercer nivel, también regionales, provinciales. Porque la ermita de nuestro pueblo es pequeña y fea, sin valor estético ninguno, pero tiene tres siglos, y para nosotros tiene un valor de recuerdo, sentimental, incluso de belleza popular. Creo que algo así tenemos que aplicar a todas las realidades culturales, también a la literatura. Recoger la producción cultural de las provincias, igual que se recogen los trigos y las uvas y los melones y los quesos y aceitunas y los borregos y las vacas provinciales... Al visitar una Fundación, no solo percibes ideas y conocimientos del autor o la temática a la que se refiera, en este caso Jorge Guillén, sino también sobre otros autores de esa época, pero también sobre la historia de su biografía, pero también de la sociedad y de su tiempo. Es entrar en el pasado a través de la vida de una persona. El siglo veinte fueron décadas de enorme riqueza cultural y técnica y científica, pero hubo episodios que no somos capaces de entenderlos y comprenderlos, hubo episodios de mal y de maldad enormes. Quizás por eso necesitamos la buena cultura que busca verdad y bienes y bondad y belleza. La literatura que busca verdad, bondad, belleza nos puede ser muy útil para comprender la realidad, para no perder el norte, para sabiendo lo que es lo bueno y lo verídico y lo verdadero y lo bello, sabiendo eso, seamos capaces de enderezarnos hacia esos bienes... Creo que entre las realidades que hay que visitar en Valladolid están las Fundaciones de Jorge Guillén y la Fundación Miguel Delibes –de ésta hablaremos en otro lugar...–. http://articulosperiodisticosjmm.blogspot.com.es © jmm caminero (06 julio 2025 cr).