En las sociedades democráticas, en las que no solo se acepta sino que se considera positiva la existencia de intereses diversos, plurales y divergentes, tratar de influir en las decisiones del poder político en favor de beneficios propios de tipo colectivo, se considera legítimo. De hecho, que los ciudadanos se organicen para la defensa de sus objetivos es interpretado como muestra de vigor de la sociedad civil y de salud democrática. Y es por ello que desde los inicios del Estado liberal estos grupos de ciudadanos organizados para promover sus intereses han existido y han cumplido funciones relevantes. Los 'lobbies' intermedian entre los ciudadanos y el estado, articulan y canalizan demandas, proporcionan conocimiento experto de su ámbito, lo ponen a disposición de las administraciones y de la opinión publica y hacen seguimiento legislativo y de los programas de políticas públicas. Todas estas funciones las llevan acabo a través de acciones diversas dirigidas a los poderes públicos sobre quienes quieren influir, y a los ciudadanos, de quienes buscan obtener comprensión y solidaridad para con sus causas. Acciones como contactos con políticos, campañas informativas o patrocinios entre otras y que siempre cuestan dinero. De ahí que sea habitual asociar este tipo de organizaciones con intereses económicos, que son los que disponen de más recursos, pero lo cierto es que existen grupos organizados que defienden intereses de naturaleza muy diversa (sociales, culturales, ideológicos, religiosos, identitarios, etc.) y todos buscan influir en el poder político.Seguir leyendo....