¿Has visto a esa amiga que parece supertranquila en la reunión, pero en cuanto llega a casa necesita revisar tres veces si cerró la puerta y luego no pega ojo? Tal vez seas tú mismo. No suena a drama digno de serie, pero podría ser ansiedad silenciosa: una inquietud que viaja de incógnito debajo de la agenda apretada y la sonrisa impecable.Lo que calla la ansiedadLa versión “ruidosa” de la ansiedad – palpitaciones, hiperventilación, temblores – se reconoce fácil. En cambio, la silenciosa se disfraza de eficiencia, perfeccionismo o “simple cansancio”. El Instituto Nacional de Salud Mental de EE. UU. describe que quienes la padecen se preocupan en exceso, duermen mal y se sienten al límite aunque no haya peligro real.(Instituto Nacional de Salud Mental) Yo creo que el reto está en que muchas de esas señales coinciden con la vida moderna: ¿quién no anda con mil tareas y poco descanso?Por qué pasa desapercibidaLas personas con alta funcionalidad pueden entregar todo a tiempo, lucir exitosas y, sin embargo, vivir con un nudo en el estómago. Ese rendimiento tapa la alarma interna; el propio entorno refuerza el mito de que “si produces, estás bien”. Expertos en salud mental explican que el perfeccionismo y la autoexigencia extrema son la máscara perfecta para ocultar la ansiedad crónica.(SummitStone Health Partners) En mi opinión, nuestro culto a la productividad aplaude esa energía nerviosa hasta que revienta en forma de agotamiento o crisis.Señales que solemos pasar por altoTensión muscular constante (hombros duros como roca al final del día).Hipervigilancia: estar escaneando la habitación “por si acaso” algo sale mal.Zoning out: perder el hilo de la conversación porque la mente corre maratones de “¿y si…?”.Dolores de cabeza o estómago que el médico no logra explicar del todo.Auto‑medicación: café extra, bebida energética o esa copita “para relajar”.(High Focus Centers)También hay pistas más sutiles: perfeccionismo, miedo a cometer errores mínimos, necesidad de controlar cada detalle, o esa maña de posponer cosas importantes por miedo a fallar.(Univision) Yo confieso que reviso el correo fuera de horario “por si surge algo urgente”… y la urgencia raras veces llega, pero la taquicardia sí.Un día cualquiera, versión ansiosaPongamos a Carlos: llega a la oficina antes que nadie, organiza la mesa al milímetro y se disculpa si responde un mensaje dos minutos tarde. Sonríe, pero sus hombros están en orejas. Al salir, evita el after‑work porque “mañana toca madrugar”; en casa siente punzadas en el estómago, da vueltas en la cama y calcula mentalmente los gastos del mes por quinta vez. Nada de ataques de pánico hollywoodenses, solo un goteo de preocupaciones que le roba energía. Si te suena familiar, sigue leyendo.Cómo detectar a tiempo lo que el cuerpo susurraChequeo corporal diario: dedica dos minutos a notar respiración, postura y músculos. Si siempre están tensos, mala señal.Diario de pensamientos: apunta cuándo surge la oleada de “¿y si…?”. Ver patrones ayuda a distinguir preocupaciones reales de alarmas falsas.Observa tu irritabilidad. El mal genio sin motivo claro a menudo es ansiedad disfrazada.(Healthline)Pregunta a gente de confianza: ellos ven cambios en tu tono o hábitos antes que tú.Si las preocupaciones duran más de seis meses o interfieren con tu vida, toca buscar ayuda profesional.(High Focus Centers, Instituto Nacional de Salud Mental)Estrategias que sí funcionan (lo digo por experiencia)Movimiento consciente: yoga suave o caminar sin música baja la activación simpática del cuerpo.Respiración 4‑7‑8: cuatro segundos inhalar, siete sostener, ocho exhalar. No es magia, pero convence al cerebro de que no hay tigre cerca.Límites digitales: silencia notificaciones fuera del horario laboral; la mente necesita saber que el ring del móvil no manda.Psicoterapia: un buen terapeuta enseña a identificar el pensamiento catastrófico antes de que crezca. La evidencia muestra que la terapia cognitivo‑conductual reduce síntomas y previene recaídas.(Univision)Red de apoyo: compartir lo que sientes con amigos rebaja la presión interna. Yo creo firmemente que verbalizar le quita poder al monstruo.Mi conclusión personal (sin llamarla así)La ansiedad silenciosa se alimenta del secreto. Detectarla implica escuchar esos detalles que irrumpen en la rutina: el bruxismo, la necesidad de controlar, el insomnio bajo la sábana de la productividad. No se trata de dramatizar cada nervio, sino de reconocer cuándo el cuerpo y la mente piden tregua. Y, si ese es tu caso, recuerda que pedir ayuda no te hace débil; al contrario, te devuelve las riendas antes de que la preocupación decida el rumbo. La noticia Ansiedad silenciosa: señales que ignoras y cómo detectarlas a tiempo fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Juan Diego Polo.