Una soltera rechaza besar a su cita y el motivo que da no puede ser más inesperado: «La tengo postiza»

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Ruth (56) se casó con 17 años, se divorció en 2004 y desde entonces ha estado soltera. Pero, dado que le quedan solo ocho años para jubilarse, busca un hombre que sea «buena persona, sincero y trabajador» para que la acompañe en todas sus aventuras cuando deje de trabajar. Con ese propósito, la limpiadora valenciana recurrió a los celestinos de 'First Dates ' este miércoles 23 de julio para que encontrar a su Richard Gere particular. La soltera conoció en el restaurante de citas a Juan Carlos (60), un camionero jubilado también valenciano que aunque no se parece al protagonista de ' Pretty Woman', intenta sacarse el máximo partido. «Se que guapo no soy, como se puede apreciar, pero me gusta mucho cuidarme», apuntó al presentarse. Algo que no pasó desapercibido para Ruth . De hecho, lo primero que apreció al verlo fue su modo de vestir juvenil. Romper el hielo no les resultó complicado, pues descubrieron rápidamente que los dos habían vivido en el mismo barrio de la capital valenciana. Ruth, a quien en sus propias palabras le gusta reírse hasta de su sombra, incluso bromeó con la posibilidad de conocer a la ex mujer de Juan Carlos . Él, por su parte, se mostró gratamente satisfecho con la cita que el programa le había preparado. «Me esperaba otra cosa peor, sinceramente», confesó en los totales. La velada comenzó con sonrisas y carcajadas, lo que indicaba una buena perspectiva. Además, Ruth estaba encantada con que su pretendiente le sacase varios años, porque considera firmemente que «a la mujer inteligente le gusta el hombre mayor». Según ella son más detallistas y tratan a su pareja de otra manera. Una vez notaron que brotó cierta confianza, 'First Dates' los empujó a jugar al 'Rasca del amor'. Y aunque pensaban que estarían más cortados durante la cita, los dos reconocieron sentirse muy a gusto como para contárselo todo todo, «para que no le pille de imprevisto», argumentó Ruth. A la soltera le tocó responder primero qué era lo más salvaje que había hecho en el plano sexual. Ella reveló que con su marido había experimentado todo tipo de locuras. La que más, «hacerlo en el autobús de camino desde Sevilla y con mis suegros». Juan Carlos no se quedó atrás. «Una escalera, en un ascensor, en la playa de día…», enumeró. «A mi me gusta que me miren. Yo hago todo, no le hago ascos a nada», afirmó su acompañante, una mujer muy pasional y fogosa. Tanto es así que también le explicó con total naturalidad su fantasía sexual pendiente. «La cubana, la única que no he hecho». «Nos vamos entendiendo», sentenció él, complacido. Relajados y compenetrados, concluyeron la noche con más juegos en la intimidad total del reservado . Les tocó darse un beso dulce, por lo que era la ocasión perfecta para rematar la cita como en una película… pero Ruth se lanzó a las mejillas de Juan Carlos en vez de plantarle un buen morreo. Eso sí, tenía una explicación. «La boca a mi no… No puedo, la boca la tengo postiza entera», confesó. «No me molesta, me gusta que me diga los defectos. Es como si llevase una prótesis en la rodilla o una pierna ortopédica», reaccionó el soltero ante tal ataque de sinceridad. A falta de besos, los solteros se dejaron fluir con un romántico baile a ritmo de Julio Iglesia s. Y Juan Carlos, sin pretenderlo, le dio paz a Ruth . Ninguno tuvo dudas sobre la decisión final que querían tomar: querían seguir conociéndose y tener no solo una, sino dos, tres, cuatro y muchas citas más.