Hasta que aparece la lluvia, y cuando llega no tiene contemplaciones, la larga cadena humana, que da la impresión de que aguarda con más cariño a la caravana publicitaria del Tour que a los propios corredores, vive un día feliz con bermudas, faldas, camisetas de tirantes, olor a lavanda y cigarras, que tampoco parece que se quieran perder el paso de la carrera, entre la Provenza y la Drôme, anuncio de que los Alpes ya se ven, pero todavía no se tocan.Seguir leyendo....