El legado de Dustin Poirier, un hombre de familia y leyenda de la UFC: «Siempre que entraba ahí lo daba todo»

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Las despedidas nunca son sencillas, da igual el ámbito. Sin embargo, hay cosas que ayudan a sobrellevarlas. Un ejemplo sería elegir el cómo quieres decir adiós. Esto lo llevó a cabo Dustin Poirier , quien decidió poner fin a una carrera de más de 15 años en su casa, Luisiana, y contra otra leyenda, Max Holloway. Finalmente no se llevó la victoria, pero vio de primera mano lo mucho que había influido en todos los aficionados a las artes marciales mixtas (MMA) que lloraban su partida. El Diamante, como se le conoce, no era solo un luchador, sino un hombre, un marido y un padre ejemplares. Ni dentro ni fuera de la jaula se le puede poner una mancha en su historial. Además, el legado que deja deportivamente es inmejorable. Pese a que no terminó de poner la guinda al pastel con un cinturón indiscutido, no le hizo falta. Cada vez que Dustin Poirier entraba dentro de las ocho paredes, el público sabía que no iba a poder quedarse sentado en su asiento. Estas legendarias batallas han sido las que han construido su legado. Son las que lo han llevado a grabar su nombre en la historia de la disciplina . A pocos días de su retiro, expresó en ABC MMA como quería ser recordado . «Quiero que me recuerden como aquel tipo que cuando entraba al octágono sabías que iba a ser una batalla, que iba a ser una guerra que no te podías perder. No quiero que me recuerden como alguien que entraba ahí para ganar una pelea por decisión, con jabs y dando vueltas en círculo. Entraba ahí, lo daba todo y me ponía en peligro para conseguir finalizaciones y siempre lo dejaba todo dentro. Solo quiero que me recuerden como un perseguidor de sueños», señalaba. Objetivos que sin duda ha logrado. En cuanto al legado que deja, comentó que es «ser un tipo que siempre venía a pelear, un tipo que se sacudía el polvo cada vez que se quedó corto. Un duro trabajador , alguien que estaba dedicado a su oficio, eso es lo que he sido». Aun así, la fama, el dinero, el amor por el combate ya no es lo que mantiene a Poirier en el foco, sino su hija y esposa. Sin ir más lejos, uno de los motivos por el que cuelga los guantes es porque a su hija no le gusta verlo pelear. «Sé que tengo un par más en mí, seguro. Puedo seguir rockeando. Siento que hay otras cosas que me importan más que pelear», comentaba en una entrevista con Ariel Helwani. En otra charla, esta vez en MMA Junkie, también habló de cómo había cambiado su perspectiva a la hora de pelear. «Podría haberme arriesgado más contra Holoway, pero al mismo tiempo intentaba protegerme, y nunca antes había peleado así. Siempre me ponía en peligro para conectar los golpes fuertes, y en este no lo hice. Quizás sea señal de que tomé la decisión correcta. Autopreservación, llegar sano y salvo a casa con mi familia , ese tipo de cosas», relataba. Dustin Poirier dice adiós, pero su carrera no se acaba. Como dice la frase, una persona no muere cuando su corazón para de latir, sino cuando son olvidados. Y la carrera del luisiano no es de las que se olvidan fácilmente. A base de golpes se ha convertido en leyenda. Pero ahora, su futuro no se encuentra más en un octágono, sino acompañando a los suyos. La disciplina se despide de un diamante que, por más que lo han intentado apagar, no ha perdido su brillo .