Tan solo el 40 % de las pequeñas y medianas empresas (Pymes) en Colombia han accedido a crédito formal. Una proporción significativa de dicho porcentaje está utilizando esos recursos para cubrir gastos operativos básicos, en lugar de destinarlos a inversión o crecimiento, según revela la Gran Encuesta a las Microempresas (GEM) de ANIF.Así, el endeudamiento defensivo —que permite resistir, pero no avanzar— sigue en aumento y podría complicarse en un escenario donde las tasas de interés se mantienen elevadas y la inversión empresarial sigue estancada. Vea más: Vandalismo y hurto: amenazas persistentes para la infraestructura de las telcoEl impacto en el costo del financiamiento sigue siendo limitado, pese a que el Banco de la República desde diciembre de 2023 haya reducido su tasa de intervención en 400 puntos básicos, pasando de 13,25 % a 9,25 % en julio de 2025. La transmisión al sistema financiero ha sido lenta y las condiciones de crédito permanecen exigentes, especialmente para Pymes sin garantías fuertes o historial robusto.Las compañías "deben anticipar, diversificar y protegerse para convertir la deuda en motor de crecimiento, no en riesgo financiero”, indica Lia Heenan, socia directora de Global Corporate Advisory en Crowe Co.Deuda crece, pero no impulsa inversiónLos pasivos de las empresas no financieras en Colombia ascienden actualmente a $28,4 billones, según datos del Dane, lo que representa un aumento de $3,1 billones frente al cierre de 2024. Este incremento equivale a una variación del 12,3 % en el nivel de endeudamiento de estas compañías, que no pertenecen al sector financiero y corresponden al aparato productivo del país.Vea más: Banco de Bogotá lanza iniciativa para fortalecer competitividad entre las pymesEntre enero y mayo de 2025, el 58,1 % del crédito empresarial se concentró en deuda de corto plazo, lo que refleja una estrategia de liquidez inmediata frente a la incertidumbre económica, de acuerdo con el informe del Pacto por el Crédito, supervisado por la Superfinanciera. Esta preferencia por el endeudamiento operativo ha frenado inversiones a largo plazo y ralentizado procesos clave como modernización, expansión o digitalización.Sumado a una mayor tensión financiera, pues entre octubre de 2023 y octubre de 2024, el crédito comercial se desaceleró del 5,6% al 3,3%, mientras que el Indicador de Cartera Vencida (ICV) subió de 3,7% a 3,9%, según datos oficiales de la Superintendencia Financiera. En paralelo, el saldo en créditos de corto plazo creció un 87% entre 2020 y 2024, al pasar de $71,8 billones a $134,2 billones, sin que ese aumento se tradujera en mejoras equivalentes de productividad o inversión empresarial.Vea más: Qué es el CVO, el nuevo cargo que surge en el organigrama de las empresasSin embargo, de acuerdo con Heenan, “endeudarse no es el problema. El riesgo aparece cuando el crédito solo cubre huecos y no se vincula a proyectos con retorno claro”.Este comportamiento ya se traduce en decisiones concretas. Una empresa de confecciones en Medellín pasó de destinar el 11 % al 19 % de sus ingresos al pago de deuda entre 2022 y 2025, lo que la obligó a congelar contrataciones y aplazar inversiones. En paralelo, una Startup en Barranquilla suspendió su expansión a Ecuador tras un aumento en su tasa de interés del 16 % al 23 % en menos de un año.Acciones estratégicas para retomar el control financiero de las empresasDe acuerdo con Crowe Co, estas son algunas acciones estratégicas que le permitirá retomar el control financiero a las empresas.- Renegociar condiciones a tiempo. Anticiparse permite obtener mejoras en plazos y tasas, sin esperar a entrar en mora.- Diversificar fuentes de financiamiento. Factoring, confirming, crowdfunding, bonos privados o fondos de deuda privada pueden ofrecer mejores condiciones que la banca tradicional.- Protegerse con instrumentos financieros. Swaps o forwards son herramientas útiles para mitigar el riesgo de tasas o devaluación.Vea más: Por qué las mipymes se sienten desprotegidas por el Gobierno y por la reforma laboral- Monitorear indicadores clave. Ebitda, cobertura de intereses, liquidez y ratio deuda/patrimonio deben guiar las decisiones de financiamiento.- Asegurar que toda deuda tenga retorno claro. Cada obligación debe responder a una mejora operativa o de ingresos medibles.- Vincular a un inversionista/accionista estratégico. Pueden aportar el capital de trabajo necesario, conocimiento estratégico y de mercado, mejores prácticas y know how, así como acceso a créditos estructurados que acompañen el ciclo del negocio.Vea más:Renunció el CEO sorprendido en la 'kiss cam': la empresa busca su reemplazo“Un pasivo mal estructurado es como un impuesto oculto: reduce margen, limita decisiones y presiona la liquidez. La disciplina financiera no es negociable”, enfatiza Heenan.Por otra parte, aunque se proyecta que la tasa de intervención del Banco de la República podría cerrar 2025 en torno al 10,5%, la reducción ha sido lenta, lo que obliga a las empresas a prepararse para dos posibles escenarios, según Crowe Co.Con tasas altas prolongadas, aumentaría la presión sobre las Pymes, con acceso limitado a crédito, el congelamiento de inversiones estructurales en sectores como agroindustria o manufactura, mayor morosidad y un repunte de procesos de insolvencia y fusiones por necesidad.Pero, si se consolida una baja gradual de tasas y se ejecuta de forma efectiva el Pacto por el Crédito, podrían reactivarse líneas de financiamiento de largo plazo, impulsando la recuperación de sectores como vivienda, energía, logística y exportaciones. Las empresas que hayan fortalecido su liquidez y reestructurado sus pasivos estarían mejor posicionadas para liderar esa recuperación.VALENTINA DELGADILLO ABELLOPeriodista de Portafolio