Sebastián Blanco rescata desde París la memoria del barrio de Santiago en Jerez: "Éramos una familia"

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El barrio de Santiago de Jerez es conocido en todo el mundo, como bien sabe Sebastián Blanco Moreno. Sin embargo, más allá de ser una de las cunas del flamenco, es uno de los lugares que no necesitan presentación, donde la vida de barrio, de los patios de vecino, de las comunidades y las redes familiares, siempre ha estado muy arraigada, sobre todo en el siglo pasado.Heredero de una familia de cantaores y guitarristas, Blanco Moreno acaba de publicar Y se repite la historia, donde refleja las vidas y pequeñas historias de su familia y vecinos del histórico arrabal jerezano. A pesar de vivir en París, el compositor guarda mucho cariño a su tierra y, en especial, a su barrio.Cada vez que vuelve a pisarlo, las emociones no cesan en su cabeza. "En este libro cuento la historia de mi abuelo, de mi padre y la mía", expone. "Santiago se conoce en el mundo entero, te lo digo por experiencia, por eso quiero contar su historia", reconoce en una conversación con lavozdelsur.es. Deja claro, además, que es una historia diferente a lo que se conoce el barrio.Primera página del libro dedicado a sus padres y sus abuelos.   MANU GARCÍANo es una historia sobre el flamencoSebastián deja de lado el arte, el cante, la guitarra, la poesía y el baile para centrarse en la otra cara del barrio, en el trabajo diario, la lucha de las familias por salir adelante y el significado de Santiago como tal. El lado humano y social antes que el clásico ADN artístico-flamenco que ha sido siempre santo y seña de este popular barrio jerezano. “Hablo sobre cómo se buscaba la gente la vida, la mayoría en el campo, en la fábrica de cartonajes y, algunos pocos, trabajando en las bodegas”, relata."Antes los artistas salían del campo", refleja en Y se repite la historia. "Por ejemplo, cuento cómo Manuel Soto ‘Sordera’, un día le dijo a sus padres que ya no iba a ir más al campo, que quería ser artista". Sus padres se lo tomaron a risa, explica el autor, pero el cantaor cogió sus cosas y se fue a Madrid, donde comenzó entonces su carrera. "Y como él, muchos", añade.Una de las historias que más nos llama la atención es la de su abuelo: "Era tío de Manuel Morao –quien ha cumplidado este pasado 22 de julio 96 años y ha sido premiado en la Velá con la I Cigüeña de Santiago–, y se dedicaba a trabajar para los marqueses de entonces [por los propietarios en general, no se refiere a nadie en concreto], que les confiaban las labores del campo. Se iban desde el barrio andando hasta el campo, y se quedaban varios meses”.Portada del libro 'Y se repite la historia', entre las manos de Sebastián Blanco.  MANU GARCÍAPérdida del sentimiento de barrioPara Sebastián, el barrio de Santiago ya no es lo que era. “Antes había nobleza, se compartía todo, desde el pan hasta la pena”, hace memoria de cómo fue para él vivir allí. “Cuando se moría alguien, se consolaban entre todos, cosa que hoy no pasa. Antes había más familia, todo el barrio era tu familia”, explica, emocionado.Blanco actualmente vive en París, donde lleva asentado 12 años. Fue por un curso de cante, y se quedó completamente enamorado de la ciudad de las luces, donde asegura que vive feliz por la estabilidad que le aporta. Aun así, vuelve tres o cuatro veces al año a su tierra natal, a su barrio de toda la vida, por diferentes motivos.El libro, presentado en el marco de la Velá de Santiago, es un trabajo de casi tres años que llevaba toda la vida en la cabeza del autor. "Lo he ido escribiendo preguntando sobre las vivencias, escuchando las historias de cómo llegaron al campo por primera vez, lo que hacían, cómo vivían", cuenta, sin desvelar muchos más detalles de la historia de un barrio que es la historia de convivencia, superación y comunidad de un pedazo de la esencia más puramente jerezana.