Seguro que más de una vez has reenviado ese meme del gato dramático o has contestado con un simple “¡recibido!” al trabajo. Yo también. Lo que casi nunca pensamos es que cada uno de esos correos electrónicos viaja por cables submarinos, se copia en varios datacenters y pide su sorbo de electricidad. Parece poca cosa, pero el planeta lo nota.El pequeño monstruo eléctrico que vive en tu bandeja de entradaUn mail cortito (sin adjuntos) ronda los 0,3 g CO₂e; si le cuelgas un PDF pesado, la cifra escala hasta 26 g, y con una foto grande puede rozar los 50 g, casi como recorrer medio kilómetro en coche (pawprint.eco, Futura). No lo digo yo: lo repiten los estudios de Mike Berners‑Lee y la Carbon Literacy Project. Multiplica esos gramos por los 376 000 millones de mensajes diarios previstos para este 2025 y de pronto hablamos de megatones de CO₂ dando vueltas cada amanecer (AgainstData).¿Dónde se va la energía?Los bits no flotan en el aire: se guardan, se sincronizan y se respaldan. Mantener 1 GB en la nube gasta 0,1 kWh al año, algo similar a dejar una bombilla LED encendida una tarde entera (greenly.earth). Pero el verdadero glotón son los centros de datos: solo en el Reino Unido podrían chupar hasta el 6 % de la electricidad nacional en 2030 —y buena parte de ese jugo alimentará mails que jamás volveremos a abrir (The Guardian).Cuando el spam pesa más que tu outfitUn trabajo reciente calculó que en el Reino Unido los emails generan 2 750 toneladas de CO₂… ¡cada día! La mitad viene de vacíos “reply all” y newsletters que nadie lee (UK Fundraising). Yo confieso que mi carpeta de promociones parecía un depósito de trastos: miles de boletines dormidos que, aunque livianos, siguen comiendo kilovatios las 24 horas.7 trucos sencillos para bajar tu huella de carbonoBorra los mails que ya no sirven — Cada mensaje almacenado exige copias de seguridad y refrigeración constante, así que deslizarlo a la papelera libera energía y espacio.Piensa antes de adjuntar — Usa enlaces en la nube o comprime archivos; los adjuntos pesados disparan los gramos de CO₂ que genera cada envío.Evita el “reply all” compulsivo — Un solo clic extra puede duplicar o triplicar el tráfico de datos inútil que circula por la red.Date de baja de newsletters zombies — Menos correos entrantes significan menos datos que mover y guardar, y tu bandeja se vuelve más manejable.Reduce tu firma — Logos pesados y GIFs brillantes se descargan miles de veces; una firma ligera ahorra electricidad en cada apertura de correo.Programa envíos en bloque — Agrupar correos o campañas limita conexiones repetidas y optimiza la energía de los servidores.Establece un “día de limpieza” digital — Igual que sacas la basura física, vacía tu correo semanalmente; tu SSD (y el planeta) respira mejor.¿Vale la pena? Tú decides el equilibrioNo voy a dejar de mandar emails—sería tan utópico como jurar que nunca más abriré Netflix. Pero sí he notado que, al reducir la avalancha de mensajes inútiles, trabajo más concentrado y siento que ahorro un poquito de energía real. Quizá mañana ese meme del gato pueda vivir solo en tu grupo de chat, donde gasta menos, y tu “gracias” pueda transformarse en un emoji silencioso.¿Te animas a mirar tu bandeja como un contador de CO₂? Tal vez la próxima vez que pulses Enviar imagines una mini chimenea soltando humo… y te ahorres ese mail prescindible. La noticia La huella energética de tus correos electrónicos y cómo reducirla fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Juan Diego Polo.