A un año del fin del mandato del presidente Petro, la economía colombiana supera las expectativas. La actividad va bien y la inflación sigue su descenso hacia el objetivo del 3%. A los observadores más alarmistas, incluso, les ha costado hallar un relato: la sumatoria de buenos indicadores contradicen las peores predicciones de sus oráculos. Colombia, en cualquier caso, está lejos de ser el país de las maravillas. Y las dos grandes señales de alarma hoy se centran en el manejo fiscal y los coletazos de las políticas de Donald Trump. Con todo, el balance global es positivo, repiten unos y otros.Seguir leyendo