La mítica regata se convierte en centenaria

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Hay regatas. Y luego está la Rolex Fastnet Race. Este sábado día 26 de julio, el cañonazo desde el Royal Yacht Squadron en Cowes no solo marcará el inicio de una nueva edición, sino que dará paso a una página histórica en la vela oceánica: el centenario de la regata más emblemática del mundo y del club que la vio nacer, el legendario Royal Ocean Racing Club (RORC). Un siglo después de aquella primera salida en 1925, la Fastnet no solo ha sobrevivido a tormentas, guerras, naufragios y cambios de era. Ha crecido hasta convertirse en la mayor regata oceánica jamás organizada, con más de 450 barcos inscritos y tripulaciones de más de 40 países. Un récord absoluto. Y una demostración de que, cuando el mar llama, el mundo responde. La edición 2025 será la 51ª de esta regata mítica, que sigue un recorrido de 695 millas náuticas desde Cowes hasta Cherburgo, pasando por el mítico faro Fastnet en el suroeste de Irlanda. Pero más allá de las cifras, lo que convierte a la Fastnet en leyenda es su espíritu. Aquí no importa si navegas en un 30 pies modesto o en un trimarán volador de última generación. Todos están sometidos al mismo mar, al mismo frío, a los mismos vientos cambiantes y a las mismas decisiones críticas de cada noche en cubierta. Participar en la Fastnet no es una moda. Es una prueba de fuego que todo regatista serio sueña con completar, al menos una vez en la vida. «Es un rito de iniciación, brutal e implacable», explica Paul Cayard, embajador Rolex y leyenda viva de la vela, que la ha disputado en varias ocasiones. Y no exagera. La Fastnet exige precisión táctica, temple físico, nervios de acero y —quizás lo más importante— humildad ante el mar. Por eso aquí no caben impostores. Solo los que se preparan, los que se enfrentan a sus límites y los que saben cuándo seguir y cuándo retirarse, consiguen escribir su nombre en su historia. Y es una historia escrita con letras de sal, de coraje y de respeto. La edición centenaria contará con nombres que ya forman parte del imaginario de la vela: Caro, Sunrise, Scallywag, el clásico Stormvogel… Todos ellos campeones en sus clases, todos con cuentas pendientes o ambiciones renovadas. Multicascos futuristas con foils competirán codo a codo con monocascos curtidos en mil batallas. Habrá profesionales olímpicos y amateurs apasionados. Pero todos, sin excepción, tendrán un mismo objetivo: llegar a Cherburgo y levantar la Fastnet Challenge Cup, uno de los trofeos más codiciados del mar. Para Martine Grael, doble campeona olímpica y también embajadora Rolex, la Fastnet fue una revelación: «No importa quién seas o de dónde vengas. Esta regata iguala a todos. Es la vela en su forma más pura». Y eso es exactamente lo que la hace única. En un mundo de algoritmos y cifras, la Fastnet sigue siendo emoción, riesgo, cálculo, suerte y carácter. El sábado 26 de julio, a las 13:00 hora local, volverá a sonar el cañón en Cowes. Y con él, el inicio de una de las mayores epopeyas deportivas del mundo moderno. Porque la Fastnet no es solo una regata. Es un lugar donde se enfrentan los sueños y la realidad. Y donde, cien años después, la historia sigue escribiéndose a cada ola. En esta edición, la regata se disputa en formato de equipos de cuatro personas. Aina Bauza y Axel Piallin navegarán con su Class 40 Grand Rhino, acompañados por Robin Follin, formado en match racing, con experiencia en la Solitaire du Figaro y otras grandes regatas, y por Jules Bonnier, experimentado y habitual de las grandes travesías atlánticas como la Ruta del Ron, Québec–St. Malo y la Transat Jacques Vabre.