En el marco del Día Mundial de Prevención del Suicidio, que se conmemora cada 10 de septiembre, Andalucía «reafirma su compromiso» en la lucha contra «un fenómeno social que nos atañe a todos y la necesidad de reforzar la prevención en poblaciones con mayor vulnerabilidad». Este año el Plan de Salud Mental de Andalucía acentúa la mirada y atención a personas mayores en situación de aislamiento social. Alineada con la International Association for Suicide Prevention (IASP) y su lema 'Cambiando la narrativa sobre el suicidio', la Consejería de Salud y Consumo considera que es prioritario «sensibilizar y transformar cómo percibimos este complejo problema». «Pasando de una cultura de silencio y falta de comprensión a una de apertura, empatía y apoyo, con el esfuerzo compartido entre todas las administraciones públicas (estatal, autonómica y locales) y de todos los sectores sociales». Abordar el fenómeno del suicidio, afectado por determinantes sociales, culturales, políticos y económicos, trasciende la salud mental. Requiere de una perspectiva de salud pública, reconociendo la profunda influencia de los factores socioeconómicos, la desconexión y el aislamiento social como elementos clave. Los responsables del Plan de Salud Mental de Andalucía han explicado que es crucial entender que, si bien el suicidio no se puede predecir ni eliminar, sí se puede prevenir y evitar mediante la implementación de estrategias basadas en la evidencia que han demostrado reducir las tasas. En este sentido, cada persona es un agente de prevención del suicidio, y la esperanza es un motor para impulsar un cambio. Cambiar la narrativa sobre el suicidio requiere un cambio sistémico. Implica abogar por políticas multisectoriales que prioricen la salud mental y el bienestar emocional, aumenten el acceso a la atención y brinden apoyo a quienes lo necesitan. Así, desde Andalucía se trabaja con esa mirada a través del Programa de Prevención de la Conducta Suicida 2023-2026 y en una línea de trabajo específica en el próximo Plan Estratégico de Salud Mental y Adicciones de Andalucía (Pesmaa) de la Consejería de Salud y Consumo, que actualmente se encuentra en información pública tras su publicación en el BOJA. Para comprender mejor las complejidades del suicidio y desarrollar intervenciones basadas en la evidencia se requiere asimismo impulsar la investigación. Además, la visibilización de datos epidemiológicos comprensibles para toda la población sobre el impacto del suicidio en la mortalidad y morbilidad en nuestra comunidad autónoma y por provincias es esencial para generar conciencia. Es imperativo desestigmatizar el suicidio, derribando mitos y el estigma social que actúan como barreras para la prevención y la búsqueda de ayuda de quienes sufren. Cambiar la narrativa también significa fomentar la empatía y la compasión. Implica comprender que los pensamientos y sentimientos suicidas son un signo de inmenso dolor y angustia, y que hablar sobre ellos no aumenta su presencia u ocurrencia e incluso ayuda a la persona que está sufriendo. Es necesario desmontar esa creencia errónea, y otras como que si alguien quiere suicidarse no hay nada que se pueda hacer; o que todo el que piensa o intenta suicidarse estará en peligro toda la vida. O clarificar la relación entre suicidio y trastorno mental, que tan a menudo se confunden y alinean: no todas las personas con trastorno mental intentan suicidarse ni todas las personas que se quitan la vida tienen problemas de salud mental. Con los datos y la evidencia actuales, es crucial visibilizar a los grupos poblacionales de mayor vulnerabilidad, incluyendo personas mayores; adolescentes; quienes se encuentran en situación de exclusión social; sobrevivientes de intentos de suicidio; personas que han perdido a un ser querido por suicidio (supervivientes); quienes han sufrido abusos y traumas; así como aquellos con problemas de salud mental y física; y grupos discriminados. En particular, se debe prestar especial atención a los hombres en edad adulta y tercera edad que puedan encontrarse en situación de aislamiento social, un factor de riesgo significativo que requiere una intervención específica.