Un fallo judicial en el Reino Unido ha puesto de relieve la importancia del contexto y la proporcionalidad en los conflictos laborales, al dictaminar que llamar "imbécil" a un superior no constituye necesariamente una falta grave como para justificar un despido inmediato.El contexto. El caso, recogido por The Guardian, involucra a Kerrie Herbert, una gerente de oficina de la empresa de construcción Main Group Services, en Northampton. Tras llevar muchos años en el mismo puesto de trabajo, en mayo de 2022 Herbert descubrió en el escritorio de su jefe, Thomas Swannell, unos documentos que detallaban los costes de su propio puesto de trabajo, lo que hizo que temiera que iba a sufrir un despido fulminante. La tensión alcanzó su punto álgido poco después, cuando Swannell la convocó a una reunión para discutir problemas relacionados con su rendimiento. Angustiada y entre lágrimas, Herbert expresó su frustración: "Si cualquier otra persona estuviera en esta posición, se habría marchado hace años por lo que pasa en esta oficina, pero me he quedado solo por vosotros dos, imbécil", refiriéndose a Swannell y a su esposa, también directora de la empresa. En Genbeta Que trabajen los jubilados y los estudiantes: el plan de Ayuso para paliar la falta de profesores de matemáticas en Madrid La reacción de su jefe fue inmediata y contundente: "No me llames puto imbécil a mí ni a mi mujer. Se acabó, estás despedida. Recoge tus cosas y lárgate". Algo que a priori puede parecer lo más normal del mundo cuando faltas el respeto a tus superiores. Pero en este caso la cosa no siguió el camino de la lógica. La sentencia. Al momento de ser despedida, la trabajadora demandó a la empresa por un presunto despido improcedente, llegando el caso hasta el tribunal laboral de Cambridge. En este caso, la jueza que presidió la sala le dio la razón a la trabajadora, declarando el despido como improcedente y obligando a la compañía a tener que readmitirla y pagarle una indemnización de 30.000 libras. Por qué. Para la jueza del tribunal, la empresa "no actuó de manera razonable en todas las circunstancias al tratar la conducta [de la trabajadora] como una razón suficiente para despedirla". Para defender esta postura, apunta a tres puntos diferentes. El primero de ellos es que fue un hecho aislado, ya que no hay indicios de que la trabajadora insultara de manera previa a sus superiores. El segundo de ellos es el contexto donde se dio el insulto, ya que estaban en mitad de una "reunión acalorada" en la que la empleada veía como su puesto corría peligro. {"videoId":"x7zo83v","autoplay":true,"title":"10 años TELETRABAJANDO: lo MEJOR, lo PEOR y los TRUCOS", "tag":"Teletrabajo", "duration":"535"} Por último, el contrato de Herbert apuntaba a que "el uso provocador de lenguaje insultante o abusivo" podría ser motivo de sanción, pero requería una advertencia previa. De esta manera, solo las faltas más serias como el "lenguaje amenazante" se consideraría una razón de peso para un despido sin previo aviso. El tribunal concluyó que la empresa no siguió su propio procedimiento disciplinario y que la ofensa, en su contexto, no alcanzaba el umbral de gravedad necesario para un despido inmediato. La compañía fue condenada a pagar a Herbert 15.042,81 libras en concepto de indemnización y otras 14.087 libras para cubrir sus costas legales. En total, casi 35.000 euros. En Genbeta El Congreso tumba la reducción de jornada laboral a 37,5 horas. Esto es lo que ocurrirá a partir de ahora Qué pasaría en España. Aunque este caso se ha dado en Reino Unido, podemos buscar un paralelismo con el derecho laboral español. En este caso, si nos vamos al Estatuto de los Trabajadores, en su artículo 54 se regula el despido disciplinario, que puede basarse, entre otras causas, en "Las ofensas verbales o físicas al empresario o a las personas que trabajan en la empresa o a los familiares que convivan con ellos". Sin embargo, al igual que en el Reino Unido, los tribunales españoles aplican la teoría gradualista, que exige que la sanción sea proporcional a la gravedad de la falta. Tal y como recogen Civic Abogados, es necesario que la ofensa sea grave, teniendo el contexto en el que se ha desarrollado, como por ejemplo si es una respuesta a una provocación. En resumen, tanto en el sistema británico como en el español, un insulto aislado y proferido en un momento de tensión tiene muchas probabilidades de ser considerado una falta que merezca una sanción (como una amonestación o una suspensión de empleo y sueldo), pero no necesariamente un despido, que es la medida más drástica.Imágenes | Engin Akyurt Şinasi Müldür En Genbeta | Muchas empresas en Alemania han implementado la semana de cuatro días. Lo tuvieron fácil: es el país que menos horas trabaja al año (function() { window._JS_MODULES = window._JS_MODULES || {}; var headElement = document.getElementsByTagName('head')[0]; if (_JS_MODULES.instagram) { var instagramScript = document.createElement('script'); instagramScript.src = 'https://platform.instagram.com/en_US/embeds.js'; instagramScript.async = true; instagramScript.defer = true; headElement.appendChild(instagramScript); } })(); - La noticia La despidieron en el acto por llamar imbécil a su jefe. Ahora un juez le otorga 35.000 euros de indemnización por despido improcedente fue publicada originalmente en Genbeta por José Alberto Lizana .