Cazadores que frenan incendios: el ejemplo extremeño

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Hace unas semanas, la Sociedad Local de Cazadores Los Ibores, con sede en Castañar de Ibor (Cáceres), recibió una carta que quizás no esperaba y que probablemente conservará para siempre en algún lugar destacado de sus archivos, ya que sirve para comprender de un vistazo y sin necesidad de muchas explicaciones hasta qué punto la actividad cinegética es una herramienta de protección del paisaje. Son cuatro párrafos -muy bien escritos, por cierto-, que retratan una situación probablemente desconocida por una mayoría pero no por los cazadores ni tampoco por quienes dedican sus veranos a apagar incendios forestales. La misiva la firma el Servicio de Prevención y Extinción de Incendios Forestales de Extremadura (Infoex), que muestra a la sociedad local su agradecimiento por el arreglo de un camino, una acción con un alcance mayor del que pudiera pensarse en una primera lectura rápida. «Queremos expresar -recoge el texto con sello oficial- nuestro más sincero agradecimiento por la labor desinteresada realizada por su entidad en la mejora del acceso a la charca situada en el paraje Los Lomillos, en el término municipal de Castañar de Ibor, mediante el uso de maquinaria pesada». Ese paraje no es un sitio cualquiera. Es un lugar de una riqueza natural sobresaliente, como el conjunto de la comarca de Villuercas-Ibores-Jara, ubicada al este del mapa extremeño, en pleno geoparque, una figura de protección que la Unesco concede a espacios naturales que destacan por su riqueza geológica. En medio de ese paisaje verde, frondoso y que sirve para explicar cómo era el mundo hace millones de años, un grupo de cazadores no se conforma con salir a disfrutar de su afición los fines de semana y los días de fiesta. Durante todo el año, la sociedad Los Ibores cuida del monte. No le quita el ojo a las parcelas y los caminos de su término municipal, una política que se traduce a pie de pista en acciones como la que ha merecido la felicitación por parte del organismo adscrito a la Consejería de Gestión Forestal y Mundo Rural de la Junta de Extremadura, la que aglutina las competencias en materia de caza, pesca, gestión forestal, prevención y extinción de incendios forestales, infraestructuras rurales y también reto demográfico. «Gracias a su implicación y colaboración activa, ha sido posible habilitar un acceso adecuado que facilitará la carga de agua por parte de los vehículos de extinción de incendios forestales», explican en su carta los responsables de la zona de coordinación del Infoex Ibores-Villuercas. «Esta actuación -sigue- representa una mejora significativa en la capacidad operativa del dispositivo de extinción en una zona agroforestal especialmente vulnerable por la escasez de recursos hídricos disponibles». «Acciones como la suya -concluye el texto-, no solo refuerzan la eficacia de nuestra labor preventiva y operativa, sino que demuestran un fuerte compromiso con la protección del entorno natural y con la seguridad de todos los que vivimos y trabajamos en estas comarcas». En definitiva, una acción «en beneficio del territorio», como destaca la carta. O, lo que es lo mismo: en beneficio de la gente que habita ese territorio. Una acción que en sí misma tiene múltiples derivadas. En primer lugar, la medioambiental, por lo que supone de cuidar el paisaje. En segundo término, la operativa, porque facilita el trabajo de los servicios de extinción de incendios forestales en caso de que se declare un fuego, en una situación en la que cada minuto cuenta, y en la que tener un camino despejado y una toma de agua a mano y accesible pueden resultar trascendentales. Y en un tercer escalón, la iniciativa de los cazadores extremeños tiene un efecto sobre la economía del entorno, porque se anticipa a posibles fuegos que puedan mermar las cuentas mensuales de los pequeños negocios de los pueblos. Una cadena de actos y consecuencias particularmente relevante en estos tiempos de incendios devastadores y despoblación creciente. En tal escenario, el ejemplo extremeño de la caza al servicio de la prevención de incendios forestales es un espejo en el que mirarse.