En las últimas décadas, el espacio que rodea nuestro planeta se ha convertido en una especie de trastero orbital. Satélites fuera de servicio, restos de cohetes y piezas de colisiones anteriores flotan sin control a velocidades hipersónicas. Este fenómeno, conocido como Síndrome de Kessler, plantea un riesgo real: si la densidad de basura espacial aumenta demasiado, podríamos llegar a un punto donde lanzar nuevos satélites sea inviable sin colisiones. Aunque aún no hemos alcanzado ese escenario catastrófico, la comunidad científica trabaja activamente para evitarlo.Soluciones de contacto vs. no contactoLos métodos para lidiar con estos residuos espaciales se agrupan en dos categorías: los sistemas de contacto y los de no contacto. Los primeros intentan atrapar o sujetar los objetos con redes, ganchos o brazos robóticos. Sin embargo, la basura espacial no se queda quieta. Muchos de estos fragmentos rotan de forma incontrolada, y cualquier intento de acercamiento podría acabar en colisión, empeorando el problema.Por eso, están ganando protagonismo los sistemas de no contacto. Estos dispositivos actúan a distancia, alterando la velocidad del objeto para que descienda y se queme al reentrar en la atmósfera. Entre estos métodos se encuentran los láseres, los haces iónicos y, recientemente, los propulsores de plasma.Una idea inspirada en la fusión nuclearKazunori Takahashi, investigador de la Universidad de Tohoku en Japón, ha desarrollado un sistema novedoso que se basa en tecnologías similares a las que se usan en reactores de fusión nuclear. Su propuesta utiliza un haz de plasma dirigido hacia los restos espaciales para frenarlos, acelerando su reentrada. El reto con este enfoque es que, al aplicar una fuerza sobre el objeto objetivo, el sistema que emite el haz también recibe un empuje en dirección contraria, alejándose de su blanco.Para resolver este problema, Takahashi y su equipo propusieron en 2018 un propulsor bidireccional. Esta configuración permite emitir un segundo haz de plasma en la dirección opuesta, equilibrando las fuerzas para que el sistema de desorbitado permanezca en su posición sin alejarse del objetivo. Aunque la idea era prometedora, la potencia de empuje era insuficiente para manejar fragmentos de gran tamaño.El campo magnético tipo «cuspide»: el cambio de juegoRecientemente, Takahashi ha mejorado su diseño utilizando un campo magnético tipo cúspide, una configuración común en reactores de fusión para evitar que el plasma toque las paredes del contenedor. En este sistema, dos campos magnéticos opuestos se encuentran y se anulan, creando una zona de transición rápida que dirige el plasma de forma más eficiente.Al comparar el nuevo diseño con el sistema anterior de campo recto, el empuje generado aumentó un 20% usando la misma cantidad de energía. Específicamente, se logró una fuerza de 17,1 milinewtons a 3 kilovatios de potencia. Al subir a 5 kilovatios, el empuje alcanzó los 25 milinewtons, acercándose al objetivo de 30 milinewtons necesarios para desacelerar una pieza de una tonelada de masa en aproximadamente 100 días.Una alternativa más económica con argónOtra ventaja importante del nuevo propulsor es su combustible. Mientras que muchos sistemas de plasma utilizan xenón, un gas noble costoso y escaso, Takahashi ha optado por el argón, que es mucho más barato y abundante. Esto podría facilitar una producción más asequible y sostenible de estos dispositivos, clave si se quiere desplegar una flota de satélites para limpiar el espacio.Desafíos pendientes antes de operar en órbitaPese a estos avances, aún quedan varios obstáculos por superar. Las pruebas se realizaron en una cámara de vacío con una distancia de apenas 30 centímetros entre el propulsor y el objetivo. En el espacio real, esa separación deberá ser de varios metros, y el sistema tendrá que mantener su posición a medida que el objeto se desacelera y cambia su trayectoria.Además, al usar dos haces de plasma en sentidos opuestos, el sistema consume el doble de combustible, lo que podría ser una limitación en misiones prolongadas. Aunque el argón es barato, la logística de reabastecer o llevar suficiente cantidad para 100 días sigue siendo un reto importante.Mirando al futuroPese a estas limitaciones, el trabajo de Takahashi representa un paso significativo hacia una solución funcional al problema de la basura espacial. Como quien diseña un recogedor con doble función para mantenerlo firme mientras barre, este nuevo propulsor de plasma podría convertirse en una herramienta crucial para conservar el acceso seguro al espacio. Si todo avanza según lo esperado, en unos años podríamos ver satélites equipados con estos sistemas en acción, empujando silenciosamente piezas de chatarra espacial hacia su fin atmosférico.La noticia Un nuevo tipo de propulsor de plasma promete limpiar la órbita terrestre fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.