Más allá de la influencias en términos, de productos, precios y competencia que han generado en el retail y los consumidores, las cadenas de hard discount (HDS) han traído cambios importantes en frentes como el tributario y el laboral en los municipios donde instalan sus puntos de venta. Así lo revela un estudio reciente de la Universidad Carlos III de Madrid, el Banco de la República y el BID que ofrece la radiografía más completa hasta ahora del impacto de este tipo de comercio representado en Colombia por D1 y Ara. La investigación, basada en datos de seguridad social, encuestas de hogares y registros tributarios municipales, revela que la apertura de una tienda de hard discount incrementa entre 3% y 5% el empleo formal en el municipio receptor.Anota que "los efectos positivos en el empleo formal son más grandes en municipios intermedios y pequeños, en comparación con las grandes ciudades donde la estructura minorista ya estaba más desarrollada".LE PUEDE INTERESAR: Déficit de subsidios subiría facturas de energía en estratos 1, 2 y 3, alertan gremiosSegún el documento, “la llegada de las HDS a un municipio incrementa el empleo formal local, especialmente en comercio minorista, manufactura y agricultura”.El hallazgo clave es que el hard discount actúa como motor de formalización. En un país donde casi la mitad de los trabajadores están en la informalidad, esta expansión es una oportunidad de oro: cada tienda es, en la práctica, un pequeño laboratorio de cómo formalizar empleo en sectores históricamente rezagados.El informe también revela que si bien el empleo informal no desaparece, sus ingresos sí se reducen.Para el estudio, “el aumento de la competencia entre negocios formales e informales no tiene un efecto estadístico sobre el empleo informal. Sin embargo, parece haber una disminución en el ingreso laboral de los minoristas informales”.¿Qué pasa con las tiendas de barrio?En línea con lo anterior, el estudio es claro: las tiendas de barrio no desaparecen con la llegada del hard discount, pero sí pierden terreno.Los tenderos reportan caídas de entre -6% y -10% en sus ganancias después de la apertura de una HDS en su municipio. En algunos casos, como en el Eje Cafetero, las ventas bajaron hasta 15%.La explicación de esta reducción está en que las familias trasladan las compras grandes y de abarrotes a las cadenas de descuento, mientras dejan para el tendero las compras pequeñas, urgentes o de conveniencia. El tendero resiste, pero con bolsillos más delgados..Obligados a competir, muchos ajustan precios, refuerzan su ventaja de cercanía y crédito fiado, o diversifican con servicios de recarga y domicilios. La generación de empleo formal hasido uno de los efectos de este tipo de tiendas.iStockMás recaudo, más presiónEl tercer hallazgo del estudio es fiscal: los municipios recaudan más impuestos tras la llegada de las HDS. Los autores concluyen que “la entrada de las HDS también incrementa la recaudación fiscal a nivel municipal, proveniente principalmente de mayores contribuciones de empresas formales y del aumento en la base de trabajadores cotizantes en seguridad social”.PODRÍA LEER: ‘Andrés DC no está cerrado’: restaurante responde, tras visita de MintrabajoEn un país donde la autonomía fiscal municipal es frágil, este efecto es más que una buena noticia: es un respiro para presupuestos locales. Sin embargo, dice que el ingreso adicional genera también un reacomodo donde el sector informal pierde ingresos sin protección, mientras la economía formal gana.El reto es redistribuir ese dividendo fiscal en programas que mitiguen la presión sobre los más vulnerables.El Banco de la República precisa que, “cinco años después de la apertura de la primera tienda en un municipio, la tasa de empleo y el recaudo tributario municipal aumentan significativamente”.En promedio, la proporción de impuestos recaudados sobre los ingresos públicos locales crece 10,1 puntos porcentuales, impulsada por mayores ingresos formales.La evidencia también muestra que los efectos se extienden a otros sectores productivos: el empleo formal aumenta en agricultura (+0,57 puntos), manufactura (+0,92 puntos) y construcción (+0,37 puntos), confirmando encadenamientos positivos.En el caso de los informales se nota una menor disponibilidad de ingresos.iStockLa experiencia del líderEsta tendencia coincide con la experiencia de D1, pionera del modelo, que emplea a más de 26.000 trabajadores, de los cuales el 95% tiene contrato indefinido, en su mayoría jóvenes menores de 30 años.“El impacto de D1 en los municipios de Colombia es muy positivo. Generamos empleo formal y oportunidades directas e indirectas que fortalecen la economía local. Además, nuestra propuesta de valor en calidad y precio ha democratizado el acceso a productos esenciales y a muchos otros que antes eran considerados un lujo, cumpliendo una misión que impacta social y económicamente en cada región donde llegamos. Somos un termostato frente a la inflación: sin nuestro modelo, los precios serían más altos. Este estudio confirma que nuestras tiendas aportan al bienestar de los colombianos y demuestra cómo D1 construye país todos los días.” Silvia Juliana Rueda-Serrano, Vicepresidenta Jurídica y de Asuntos Corporativos. Es necesario apoyar a las tiendas para que se reacomoden, sugiere el estudio.iStockLo que hay que hacer frente a los cambios El estudio y la evidencia internacional sugieren tres caminos,, según el informe. El primero de ellos consiste en integrar a los productores locales. Los agricultores y manufactureros que abastecen a las HDS pueden convertirse en socios estratégicos. Políticas de encadenamiento productivo, certificación de calidad y financiamiento rural son esenciales para que más colombianos aprovechen la nueva demanda formal.LE PUEDE INTERESAR: Gremios envían cartas al Gobierno en defensa de las concesiones vialesIgualmente, subraya que es necesario a poyar a los tenderos en transición. No se trata de salvar un modelo de negocio condenado, sino de ofrecer herramientas: capacitación digital, microcréditos, redes de compra colectiva. El tendero no va a desaparecer, pero sí necesita reinventarse para no quedar atrapado en la espiral de ingresos decrecientes, anota.Por último, plantea la necesidad de invertir el dividendo fiscal en desarrollo local. Los municipios que recaudan más gracias al hard discount deberían comprometerse a destinar esos recursos a programas de formalización, infraestructura de mercado y fortalecimiento del capital humano.CONSTANZA GÓMEZ GUASCAREDACCIÓN ECONOMÍA Y NEGOCIOS